miércoles, 27 de octubre de 2010

La farsa de cada año

Por repetitivo al final casi todo acaba cansando. Salvo temas excepcionales y trascendentales, como pueden ser la fe, el amor, el matrimonio, la amistad, la paternidad (aquí por desgracia hablo de oídas) o la camaradería real, el resto de hechos en la vida de una persona van perdiendo su encanto conforme se convierten en una rutina que se realiza por inercia, sin apetencia de ningún tipo.

Y la peor de estas rutinas, en mi opinión (nada de humilde opinión: es la mía y de humilde tengo bien poco), es la gran farsa de las elecciones: las promesas, las urnas, los sondeos, las papeletas, los debates, los insultos, la publicación de trapos sucios a diestro y siniestro, el gasto en publicidad, la omnipresencia en los medios de frikis, mentirosos profesionales, corruptos de nacimiento, analistas de tres al cuarto, periodistas analfabetos funcionales o completos y popes de la libertad, igualdad y fraternidad, sumado al resto de parafernalia “democrática” que rodea estas repetitivas y totalmente inútiles escenificaciones de un proceso que ni es democrático, ni aporta nada al bien común, ni soluciona los problemas de los seres humanos., me dan cada vez más asco.

Y más aún por suceder en mi patria, en España. El nivel intelectual de esta, en otros tiempos gran nación, ha quedado reducido a un mínimo tan exiguo que sinceramente da vergüenza ser español. Si comparo lo que sucede en el día a día de España con lo que pasa en otros países, por ejemplo en Alemania, en muchas ocasiones me pondría a llorar. No hay ni punto de comparación en nada, pero en absolutamente nada, entre España y un país civilizado, culto y preparado para avanzar en la evolución del ser humano y de los sistemas que rigen nuestra convivencia.

La inmensa mayoría de la sociedad española es chabacana (no por ser esto una lengua que se habla en algunas ciudades filipinas, sino por grosera y de mal gusto; véase la Real Academia), ruin, inculta, viciosa, simplista, analfabeta, egoísta, sucia física y mentalmente y encima mal educada.

Esto queda reflejado en cualquier índice, rating o kpi (como gusta llamarse hoy en día a los ratios de gestión de cualquier tipo) que se publican sobre nuestro país; los programas de televisión que se ven, los rankings de taquilla de los cines, los libros más vendidos, el nivel de nuestras universidades, el porcentaje de aprobados en los colegios, el porcentaje dedicado a la investigación, etc. etc. etc.

Para que seguir. Es algo que sabemos todos (todos aquellos que leemos esto y no somos parte del grupo antes citado). La reserva espiritual e intelectual de España.

Y a pesar de ello, inasequibles al desaliento, amigos, conocidos y camaradas, insisten en la ilusión, en la lucha, militan en partidos, se preparan para las elecciones, asisten a mítines, colaboran en el redactado de programas electorales, en definitiva, sueñan con una España mejor. Benditos ellos que aún creen.

Adelante amigos. Seguid en la lucha. A mí me cuesta cada vez más. Solamente veo la farsa de cada año.

2 comentarios:

  1. Anónimo5:05 p. m.

    Como siempre muy acertado. Da pena ver donde se dirige nuestra otrora gran nación. Sólo hay que comparar los ministros del densotado régimen franquista, que como mínimo erán los primeros de su promoción, con los de ahora. Defiendo en mi círculo más próximo que lo peor es la alarmante falta de valores. Antes al que se sabía que robaba o se aprovechaba para sus intereses particulares de su cargo se le afeaba su conducta y era denostado por la sociedad. Ahora siempre oigo que si yo estuviera en su posición haría lo mismo. por eso desconfio de los nuevos arribistas que con ideas super simples y populares se acercan a la política. Y cada vez estoy más a favor del voto censitario. No se que opción habrá pero veo muy claro que no todo el mundo puede contar lo mismo a la hora de designar a los que dirigan la nación que todos llevamos en el alma.

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  2. Es casi mejor el comentario que el artículo. La próxima vez identifícate!

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