martes, 13 de julio de 2010

El sueño de una noche de verano

Un adelanto del futuro que nos espera si no le ponemos remedio entre todos
Pues ya ha llegado el año 2011. No han pasado ni seis meses desde la victoria de la selección nacional de España en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica y sin embargo viendo el día a día de nuestra querida España me parece que todo ha sido un sueño. Todo esto me viene a la mente en esta noche vieja, que celebro sólo en mi casa delante del omnipresente televisor, el único y fiel compañero que le queda a mucha gente con el transcurrir de los años (y la gradual pérdida de vida social). Aquí, sentado y viendo el resumen del año, que se centra en los pocos hechos positivos o bonitos vividos en los últimos 12 meses, sobre todo en la brillante conquista del mundial de fútbol en el mes de Julio, me vienen a la mente tantos recuerdos e ilusiones, tantas frases de esperanza y tantas sonrisas compartidas, tantos cohetes lanzados al terrado del vecino y tantas cervezas derramadas para poder pedir otra sin falta para seguir brindando, que se me hace difícil asimilar el fracaso colectivo de nuestra patria que siguió al referido evento deportivo. ¿Quién lo iba a decir? La mágica noche del 11 de Julio acabó en una explosión de júbilo incontenible que desbordó plazas, calles, jardines y bosques, muros y torreones, playas y prados de toda España. Desde Tarifa hasta Cariño, desde Fuentealbilla hasta Cadaqués y desde Jaca hasta Águilas, todo el territorio nacional quedó cubierto por un manto rojo y amarillo cargado de ilusión, de unión, de alegría, un manto tendido por una persona honesta, sencilla, trabajadora, española sin manipulaciones, llamada Andrés Iniesta. Un chico normal, humilde, sin pretensiones de líder mediático ni de icono de falsas patrias, entregado a su trabajo, amigo de sus amigos y de todos los españoles. Pero ese manto con los colores de nuestra bandera duró muy poco extendido sobre la piel de toro. Mientras que los medios de comunicación de toda España siguieron durante bastante tiempo aprovechando el tirón del fútbol haciéndonos soñar con una España en unión, con un renacer del sentimiento patrio, con una reactivación económica y con un baby boom debido al gol de Andrés, las fuerzas políticas tanto separatistas (sobre todo en Cataluña) como separadoras (el PSOE con sus mentiras continuadas y su burda manipulación del éxito deportivo convirtiéndolo en un éxito de su propia gestión), no tardaron mucho en devolvernos a la realidad de una España dividida entre el ciudadano atontado, alelado e iluso y la casta política dedicándose a lo suyo, a manipular, a mentir y a utilizar cualquier medio a su alcance para seguir ocupando su trono dorado del “dolce far niente” disfrazado de abnegada gestión política y económica por el bien de todos. De todos “ellos” será. Porque España siguió hundiéndose en la miseria sin remedio, a pesar de los goles de Villa o de Iniesta. El gobierno central del cada vez más esperpéntico y mentiroso compulsivo Zapatero, apoyado en las bandas por los extremos Pepiño Blanco y Leire Pajín, en esa selección igualitaria, no ya en la representación proporcional de todos los sexos (que desde que manda el PSOE ya no son dos sino bastantes variantes más) sino en la incultura, el analfabetismo funcional y la desfachatez total y absoluta, reculó todo lo que pudo ante la presión de sus socios del PSC, y para no perder votos promulgó varias leyes por el método abreviado del decreto ley que permitieron reducir la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña a simple papel mojado. La expresión “nació catalana” fue declarada legal dentro del marco de la asociación al Estado Español, el poder judicial fue asumido con un 100% de competencias por el nuevo Tribunal Superior Catalán, y la inmersión lingüística pasó a ser obligatoria hasta los 16 años, prohibiéndose la enseñanza en castellano en todo el territorio catalán como primer idioma. La amenaza de los socialistas catalanes de abandonar su ligazón con el PSOE y de presentarse de forma independiente en las próximas elecciones generales forzó a Zapatero y sus secuaces a claudicar en todas y cada una de las exigencias del reyezuelo Montilla. En las elecciones autonómica catalanas, y con una burda maniobra similar a la del nacimiento del primer y nefasto tripartito, el PSC se aupó de nuevo al poder, esta vez con el apoyo de Esquerra y con el pujante partido de Laporta, Democracia Catalana, el cual, usando el voto tonto de los seguidores del fútbol consiguió asociar en la mente obtusa de los ciudadanos de Cataluña la idea de que Iniesta es igual a Barça igual a Democracia e igual a progreso y trabajo para todos. Nunca aprenderán. El antes llamado RCD Español, después del ingreso de varios de sus directivos en el partido de Laporta, y en una claudicación a la presión ejercida por el poder nacionalista, cambió su centenario nombre por el de Atlético de Catalunya, celebrándose un multitudinario partido de homenaje a la selección catalana (que según ellos ganó el Mundial de Sudáfrica bajo otra bandera debido a imperativos legales) en el rebautizado Estadi Nacional, con el consejero delegado Collet haciendo de correveidile, palanganero y machaca del conseller de Deportes Laporta. La poca resistencia popular fue ahogada en las calles por batallones de Mossos de Escuadra, que se llevaron por delante a unos cuantos cientos de catalanes que osaron mostrar una bandera rojigualda por los alrededores del campo. Solamente pensar que hace 6 meses más de 150.000 personas llenaron las calles de Barcelona con dichas banderas se me hace muy extraño.
¿Qué ha pasado con esa ilusión colectiva? ¿Por qué los ciudadanos han vuelto a votar a todos estos manipuladores que por un puñado de votos son capaces de vender a su madre, a la de su vecino y hasta de comprar el pueblo de Fuentealbilla, ponerle una parada del AV (al AVE ya le quitaron la E de España pasado el verano) y cambiarle el nombre por Font del Reneixament? ¿Es que no aprenderemos nunca?
P.D. Estamos a tiempo de evitar esto o cosas similares. Allá cada uno con su conciencia.

lunes, 5 de julio de 2010

Que poco me gusta el Mundial de Fútbol

Pues eso. Como cada vez que triunfamos en algún deporte, los españolitos de a pie, tan patriotas ellos, salen hasta de debajo de las piedras. Y por mucho que me guste ondear la bandera de España, lucir su camiseta y cantar el himno nacional, siempre me queda ese regusto a simplicidad y estupidez. ¿Cómo puede ser que durante todo un año los catalanes traguemos con partidos políticos que ningunean a España, cómo puede ser tan estúpida la gente que cuando hay elecciones siguen votando a partidos políticos que hacen del odio a España su leitmotiv y ahora en cambio lucen esas camisetas de la roja? No se puede estar solamente a las maduras, en los temas superficiales, en los triunfos deportivos, y el resto del año obviar a la patria, cerrar los ojos y mirar a otro lado. Hay que estar a las duras, hay que ser consecuente con lo que se predica. Querer a España no significa solamente animarla durante 90 minutos, pintarse la cara con los colores de nuestra querida bandera, tomarse 10 cervezas y entonar el penoso loroloroloroloro desconociendo que nuestro himno tiene no una sino varias letras oficiales.

Para querer a España de verdad hay que amarla en el día a día, estudiando, trabajando, ayudando a los necesitados, visitándola, cuidándola, respetándola, pero, sobre todo, dando la cara y luchando palmo a palmo, casa a casa, barrio a barrio, ciudad a ciudad y elecciones tras elecciones por sus símbolos, su idioma, su historia y su grandeza. No podemos aceptar durante 340 días al año que multen a los negocios por no rotular en catalán, que a los niños les obliguen a hablar en catalán hasta en los recreos, que el 50% de las películas de estreno tenga que ser en catalán, para desgracia y ruina de la industria cinematográfica, y luego, de golpe, durante los 20 escasos días que dura un mundial, ser el español más patriota.

Como diría una buena amiga mía, España es bastante más que un partido de fútbol, que una carrera de motos o que un triunfo de Nadal en Wimbledon. En otras épocas, gloriosas épocas en mi opinión, España se definía como una unidad de destino en lo universal. No es una frase dicha en vano, ni demagógica. Es una definición bien clara de que España es algo más. Es nuestra madre, es el resultado de 2.000 años de historia conjunta, de luchas y hazañas inigualables por cualquier otra nación del mundo, son biografías de cientos de guerreros, científicos, poetas, artistas, intelectuales, religiosos, descubridores, emprendedores, en resumen, de hombres y mujeres luchadores por una causa común, son ellos los que nos permiten disfrutar hoy en día de estos simples partidos de fútbol con orgullo, llorar con la piel de gallina cuando suena el himno nacional o saltar como condenados cuando metemos un gol. España no es la Roja, España no son 11 jugadores y un entrenador. España es una herencia que Dios nos ha permitido disfrutar. Y España somos la suma de todos aquellos que la queremos de verdad, que la respetamos desde el alba hasta el anochecer, de Lunes a Domingo, y como se dice hoy en día, los que la amamos 365 días x 24 horas. España. Siempre. Lo demás, puro circo.