lunes, 10 de octubre de 2011

Encuentros, desencuentros y reencuentros

Si nos atenemos a las definiciones de la Real Academia, estos tres conceptos en muchos casos se solapan, ya que un encuentro  (4ª acepción, discusión, riña, pelea) puede ser al mismo tiempo un desencuentro (1ª acepción, encuentro fallido) y hasta un reencuentro (2ª acepción, encuentro de dos cosas que chocan una con otra).  Estas siempre interesantes definiciones “oficiales”  ilustran de forma clara  la complejidad de los encuentros, o relaciones, entre las personas, que pueden pasar de una simple coincidencia física en un punto o un estado de mutuo acuerdo sobre un tema cualquiera, a una decepción y hasta a un enfrentamiento físico y bélico entre “dos grupos de tropas que se buscan y se encuentran”. Esto vuelve a demostrar  la inmensa riqueza de nuestro idioma y,  al mismo tiempo, incrementar mis dudas sobre el acierto de la inmersión lingüística en Cataluña y la consiguiente pérdida del conocimiento de esta lengua universal por un alto porcentaje de estudiantes de España.  Suerte tenemos que por otros lares el estudio del idioma español sigue su marcha ascendente e imparable, empezando por países cercanos, como Alemania o Francia, y acabando en los gigantes del futuro, como Brasil, donde nuestra lengua se ha convertido ya “de facto” en el segundo idioma oficial. Pero volvamos al tema inicial, a lo que iba: los encuentros, desencuentros y reencuentros.

En este último mes mis relaciones personales han pasado por cada uno de estos conceptos de una forma tan directa y hasta brutal, que no me he podido resistir a plasmarlo en este blog, sabedor de que tal como está evolucionando la era digital su contenido pasará a ser parte de esa nube global de datos a la que “per secula seculorum” tendremos acceso todos de una forma u otra. (Vigilada encima por el inefable ZP desde su terruña en León). Y no solamente gracias a las geniales invenciones o inspiraciones divinas de Steve Jobs, al que la mayoría de la sociedad, sin conocimientos profundos, otorga el triunfo absoluto en el nacimiento de la era digital, cuando él ha sido un simple eslabón más de una historia mucho más compleja y amplia que el esnobismo, la perfección en usabilidad, en marketing y sobre todo en el  ROI de los productos de su empresa de la manzana. Fruto que por cierto he visto mentar en algún sitio como heredero en importancia del  causante del pecado original en el jardín del Edén, sin que la persona que lo nombraba se haya detenido en el detalle de que dicho mordisco inició nuestro declive, el nacimiento de la envidia, el egoísmo y demás defectos de los que todos adolecemos.  Aunque igual iba bien encaminada, porque vista la rabia que sentimos muchos por no tener el último modelo del Iphone o del Ipad, queda fehacientemente confirmado que la manzana tiene ciertos efectos negativos en las personas.

Encuentros sorprendentes los he tenido este año en nuestro tramo anual del Camino de Santiago, que ha discurrido por la antigua Vía de la Plata entre Mérida y Plasencia.  Teniendo en cuenta que en los 160 km recorridos no hemos visto más que una veintena de peregrinos, es bastante sorprendente que cuatro  de ellos fueran australianos, y que encima ni se conocieran. Como decía uno de mis compañeros peregrinos ya es casualidad que de los cinco australianos que están pululando por España cuatro coincidan en este tramo tan poco común de las rutas a Santiago. Caprichos de la vida. Ha sido, como suele serlo en el Camino, una experiencia enriquecedora a todas luces. Coincidir con personas de nuestras antípodas y darte cuenta que no se contraponen a ti en nada más que en lo geográfico, que en todo lo demás compartes gustos, creencias, conocimientos y en este caso hasta empleo, ha sido como mínimo curioso. Cuando no emocionante.  Poder hablar con la misma pasión de la música con varios australianos, andando perdidos  en dehesas eternas entre vacas y ovejas,  o  abordar temas sobre la historia de España y ver que tu interlocutor, venido de Rosebery, Nueva Gales del Sur, conoce más detalles del devenir de  nuestra patria que muchos de tus amigos o compañeros de trabajo, son hechos que no se pueden pagar ni con todos los doblones de oro de nuestro antiguo imperio. Y por si lo leen, desde aquí un fuerte abrazo a Pat y a Alan, estén donde estén en estos momentos. Fue un placer andar con vosotros y compartir esos detalles que solamente se viven en las a veces duras y largas, pero siempre inolvidables, etapas, como son el cansancio, el calor, la sed, pero también, por supuesto, las cervezas en aldeas de cuatro gatos, las cenas en común en albergues acogedores o  los anocheceres estrellados compartidos, identificando constelaciones que en el otro, el vuestro, hemisferio no soléis ver. ¡Buen Camino amigos!
En el lado opuesto de la balanza, y sin alargarme mucho, he tenido desencuentros que no por no esperados (son cosas que estaban escritas) me han dolido mucho. Tener enfrentamientos con tu padre, ya mayor y enfermo, nunca son agradables, aunque tengas la razón, y dejar de hablar con amigos, para ti necesarios, importantes y hasta sagrados, sin saber muy bien por qué, son situaciones que más vale olvidar. Como se suele decir, el tiempo lo cura casi todo, y en este caso no es un simple dicho popular, sino ciencia cierta: el tiempo nos lleva a todos a la muerte, que irremediablemente llega, y con ella sana todo. Por lo menos lo terrenal.
No vayas a creer, querido lector, que esto va a quedar así. Demasiadas amonestaciones, que no broncas,  me suelo llevar con mis artículos depresivos, negativos y tristes. Por lo que ahora viene la parte bonita. La del tercer concepto enunciado en el título, el de  los reencuentros.
Pues resulta que después de aproximadamente 27 años he conseguido contactar con un otrora gran amigo, compañero de facultad durante un semestre, camarada en ideales políticos y  militancia, acompañante en diversas aficiones y hasta en actuaciones musicales conjuntas (siendo sincero, fue una única actuación, pero arrasamos) en un bar musical de Barcelona que seguro que hoy en día está en manos de chinos o pakistaníes,  y volverle a ver me ha aportado esa parte de felicidad y alegría que mi cuerpo y mi mente estaban pidiendo a gritos.  (Javier, es war eine große Freude und eine Ehre dich wieder zu treffen). Después de años de infructuosos intentos de localizarle, la magia de la nube digital nombrada al principio de este artículo y de los cada vez más potentes buscadores , me han permitido primero localizar alguna de sus obras publicadas, luego a su hermano en una red social, hasta finalmente llegar a él mismo y no solamente poder contactar por correo sino que encima hemos llegado a vernos y hemos podido disfrutar un día en compañía, día que a ambos nos supo a poco,  teniendo en cuenta los años transcurridos sin vernos y todo lo que ello conlleva en historias por contar. Y por mi parte ha sido un encuentro muy natural, sin ningún distanciamiento producido por el tiempo, con la salvedad, extraña, sorprendente y loable, de que en el ínterin ha sido capaz de aprender alemán desde cero, habiendo alcanzado un nivel realmente sorprendente para un español.  Para luego ver atónito las disputas y los disparates que se producen en esta parte de España, en Cataluña, por dejar de enseñar una u otra lengua a los cada vez más atontados jóvenes. 
Si alguno de los “politicuchos” que tan mal nos gobiernan fuera realmente bilingüe o hasta políglota, con lo que ello implica en formación y amplitud de miras, si dejaran de utilizar la cultura como arma arrojadiza contra sus adversarios, que no compinches, si entendieran algo, aunque fuera poco,  de una santa vez y no fueran tan ruines, tan falsos, tan interesados en los privilegios de su posición y tan poco dados a la lucha por el bien común, otro gallo nos cantaría.
Pero eso ya no sería ni un encuentro, ni un desencuentro ni un reencuentro. Sería una aparición milagrosa.
Y apariciones milagrosas hace tiempo que no se producen. Ni la de Steve Jobs lo ha sido.

1 comentario:

  1. Wenn ich Wahrheit sagen müsste, könnte ich nur eine Sache sagen: gleichfalls!

    Es gibt aber keinen Spanier, der gutes Deutsch sprechen kann!

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