Si en tu suprema sabiduría, de la que no dudo al ser lector mío, te lanzas directamente a corregir el error en el título, respira profundamente, reclínate, haz un pequeño esfuerzo y lee hasta el final. Que esto ni es el Whatsapp ni un TikTok. Y si no te has dado cuenta del intencionado gazapo (un oxímoron, por cierto), tampoco pasa nada. Una palabra nueva o bien escrita al zurrón.
Empecemos pues.
Para muchos el concepto “woke” sigue siendo un misterio, algo oído pero aún desconocido para la mayoría. Como ya escribió la siempre acertada y aguda Rosa Belmonte hace un par de años, “Woke no es una sartén”. Pero es comprensible que la verdad no llegue al gran público: el 99% de los medios de comunicación son parte del movimiento, y por ello son los grandes culpables de la lenta pero insistente imposición de un nuevo orden, de tendencias e histerias variopintas, de unos nuevos “valores”, por llamarlos de alguna manera, que en el fondo no son más que sandeces y demencias varias.
Resumido en pocas frases: el movimiento “stay woke” nació hace casi un siglo como parte de la lucha contra el racismo, pero volvió a renacer en 2013 y a popularizarse globalmente a partir de 2020 con la campaña de “Black Lives Matter” por la muerte de George Floyd (un violento drogadicto justamente detenido por la policía y accidentalmente fallecido por sobredosis durante la detención), y a partir de ahí se ha utilizado (el concepto woke) para englobar cualquier tipo de reivindicación social, política, religiosa, sexual, climática y de cualquier otro tipo, por ridícula y carente de cualquier base real, lógica, científica, política o social que fuera dicha “causa”. Es decir, todos esos simplistas e infantiles relatos, exagerados, sacados de contexto y manipulados, para mayor gloria y beneficio de cuatro listillos y completa vergüenza de los millones de acólitos que en cada uno de los casos sucumben al esperpento de turno. Esas nuevas religiones, intensas pero de poca duración, como los enamoramientos veraniegos, pero sin amor ni sexo. Bueno, sexo si, que ese es lamentablemente uno de los ejes sobre el que gravita la demencia woke. Más adelante incidiré en este punto. Es decir, gilipolleces carentes de cualquier valor trascendente y real. Pero sandeces peligrosas, ya que al mismo tiempo atacan nuestros valores fundamentales, van contra nuestras estructuras sociales, nuestra economía, nuestras familias, nuestra patria, nuestra cultura…contra nuestra propia vida.
La lista de demencias convertidas en urgentes, críticas y necesarias, impuestas al resto de la sociedad mediante malvados y sobre todo interesados subterfugios, sin que nadie las haya pedido ni votado, es interminable. Algunas llevan años explotándose como lucrativo negocio, como la histeria climática, carente de toda base científica, una mentira generalizada y aceptada desde los años 70 del siglo pasado, o mejor dicho, “tragada” por la mayor parte de la sociedad occidental, que por otro lado no representa ni un 18% de la población mundial (al resto de los 8.000 millones de habitantes de la tierra ni les va ni les viene), y que encima nos ha llevado a la actual crisis energética (la guerra de Ucrania es un simple comodín usado para ocultar la realidad, una cada vez más artificial confrontación bélica mantenida y hasta alentada por todo el sucio mundo woke para seguir, detrás del triste escenario de bombas, tiros y muertes, con sus locuras varias, sus negocios, sus comisiones y sus mentiras); una mentira de tal tamaño, la de la emergencia climática, que ha traído consecuencias tan patéticas como dañinas, como la imposición del coche eléctrico (de nuevo solamente obligatorio para la sociedad occidental), cuando la suma del proceso de fabricación de las baterías y su posterior e imposible reciclaje contamina cientos de veces más que seguir usando vehículos de combustión; el paso obligado a las fuentes de energía limpias, que lo único que ha conseguido es arruinar la industria, subir los precios de forma insostenible para los ciudadanos, para que al final los gobiernos europeos hayan tenido que recular y admitir que se han equivocado, pasando a declarar de golpe a la energía nuclear como “sostenible y resiliente” y volver a la cordura (y pagar menos “multas” por usar energías contaminantes, lo que en el fondo es el quid de la cuestión). Menos en España claro, que aquí somos especialistas en hacer todo al revés. Gobierne quien gobierne. Sometidos y acomplejados ante el resto del mundo Occidental, los nefastos gobernantes de uno y otro signo de nuestra querida España siempre son los primeros, los más lanzados, los del “pues yo más”, desmontando centrales nucleares, dinamitando presas, negando trasvases o prospecciones petrolíferas y minerales.
El milenario “Spanish style”, creerse siempre el mejor, el adelantado, el más listo, el innovador, el protagonista, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Ese ego enfermizo y exagerado. ¿Os suena?
Pero mientras nos dormimos sobre nuestros inexistentes laureles, fanfarroneando en la barra del bar, Marruecos nos adelanta por la derecha y Francia por la izquierda. Como si la Leyenda Negra, inventada por ingleses, holandeses y demás envidiosos bárbaros del norte, siguiera presionando nuestros cerebros cual lápida eterna y tuviéramos que tragar con todo lo que nos imponen desde allende el Pirineo, y ahora también desde el lado oscuro del estrecho de Gibraltar. Esa “losa del tiempo” que no somos capaces de superar, por muy falsa que sea.
Sigamos con los transtornos.
Gentileza de Mr. Jones |
Idiotez tras idiotez. Relato tras relato. Demencia tras demencia. Transtorno tras trastorno.
Hasta la total destrucción de nuestra civilización.
Si no reaccionas.
En tus manos está. O te informas y reaccionas, o acabarás comiendo grillos vuelta y vuelta, con una prima con el pene más grande que el tuyo y rezando los domingos ante un retrato de Greta Thunberg, a la que parece que también han manipulado genéticamente (y no solo psicológicamente), visto que no le crecen los pechos ni a la de tres. Por el estrés no será, eso seguro.
Trastorno: (aunque la RAE debería aceptar ya “transtorno”)
“El vocablo trastorno ya en romance, indica un giro a otro lado o en sentido inverso, que en cualquier obra torneada, provoca un desastre y una disfunción, y de ahí que pase a designar una perturbación en el sentido, la conciencia o la conducta de algo o alguien, que da resultados de anormalidad. Aunque a veces se aplica a la salud en general, en muchos casos designa a la enajenación mental". Fuente.
P.D.D.
Todo lo escrito arriba es una simplificación y solo pretende ser un resumen de lo que está pasando, del peligro de la dictadura woke. Si de verdad estás interesado y quieres saber más, obtener detalles, bibliografía, pruebas y evidencias de toda la mierda que nos quieren imponer, tienes grandes libros a tu disposición, desde el “SOMA” de Juan Carlos Girauta, pasando por el “Infodemics” de Mariona Gúmpert, “La fábrica de los niños transgénero” de Masson y Eliacheff o “Contra el totalitarismo blando” de Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla; hay material suficiente para conocer la verdad. A pesar de la censura y la imposición del pensamiento único, aún hay voces que se alzan contra la posverdad.
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