“Un
pueblo que elige a corruptos, impostores, ladrones
y traidores no es víctima, es cómplice”.Apócrifa. (atribuida sin pruebas a George Orwell)
Los románticos, los soñadores, los
que nos autoproclamamos guerreros, los patriotas de corazón, solemos agarrarnos
a bonitas frases, a la añoranza de épocas imperiales, a gloriosas batallas
ganadas, al recuerdo de idealistas luchadores (muertos la mayoría en el intento),
a banderas al viento y águilas volando, a himnos que hablan de grandeza,
libertad y justicia, pero todo esto, por mal que nos pese, no son más que bonitos
recuerdos y sueños imposibles. Un poco como aquella novia que nunca
conquistamos pero con la que seguimos soñando.
Y sí, es frustrante, y mucho,
pero si no ponemos los pies en la tierra y asumimos que vivimos en otra época,
que las condiciones geopolíticas, sociales, culturales y económicas nos imponen
un corsé imposible de desabrochar, una camisa de fuerza de la que es imposible
zafarse, poco conseguiremos. Salvo acciones radicales, como abandonar la
fétida Unión Europea, aunque visto el desastre del Reino Unido, igual
tampoco sea la mejor opción.
Todos somos conscientes de que la
dictadura de Bruselas está por encima de cualquier intento de defender las
patrias, véase lo sucedido en Polonia, en Rumanía o la asfixiante presión
contra la mayoría social representada por la AfD en Alemania, todo debido a la
connivencia de populares y socialistas, tanto en Europa como, para desgracia
nuestra y sobre todo, en España.
Si analizamos la situación en
nuestra patria, es para echarse a llorar. Existe una oposición real, sin duda,
y se llama VOX. Que la juventud se ha dado cuenta de toda la farsa y maldad de
los partidos mayoritarios, y opta por este partido, también es verdad. Pero ¿adónde
vamos con los pocos votos de los jóvenes, cuando nuestro pirámide poblacional
asemeja un botijo, una peonza o la deformada figura de Cristina Almeida,
aka Sofía Loren?
¿Cómo vamos a salvar nuestra patria
si los dos principales partidos se reparten el poder, con sucios acuerdos detrás
del escenario?
¿Cómo vamos a salvar a España si el teórico primer
partido de la oposición le ríe las gracias a un tirano, y mantiene, ahí donde triunfa,
todas y cada una de las demenciales leyes impuestas por Europa o por el PSOE?
Y, sobre todo, cómo vamos a salvar
nuestra amada tierra si tenemos más de 16 millones de borregos que votan
a uno de los dos miembros de la diabólica coalición PPSOE?
No escribo esto para desanimar a
nadie, válgame, Dios, simplemente intento que todos abramos los ojos, incluyéndome
a mí, y pensemos en alguna salida a esta encrucijada.
Claro que suena esperanzador, por
ejemplo, que 13 fiscales se subleven contra el Fiscal general de Sánchez, pero
hay otros 23 que no lo han hecho. Y nos llena de optimismo que comunicadores
como Javier García Isac, Luis del Pino, José Javier Esparza y muchos otros mantengan
alzada la bandera de la verdad y el sentido común, y se preocupen de verdad por
el futuro de nuestra nación, pero el noventa y pico por ciento de la población
ni sabe que existen. Como mucho conocerán a Carlos Herrera o Carlos Alsina, y
con estos dos no vamos a ninguna parte. Por no hablar de las cadenas de
televisión, encargadas de engañar, atontar y sobre todo guiar a las ovejas
hacia el profundo precipicio que asoma al final del camino.
¿Hay esperanza? Quizás.
Eso no se pierde nunca. Ni con las casi novias de esos dulces veranos que
siguen rondando nuestras cabecitas. La irrupción de Trump, el apoyo de Elon
Musk, la guerra abierta contra el cáncer woke que está dando sus primeros y esperanzadores
resultados, nos llenan de ilusión, sin duda.
Pero esta evolución no es trasladable
de ninguna manera a Europa, a la Unión Europea. Por lo menos a fecha de hoy.
Los burócratas de Bruselas tienen todo atado y bien atado, hacen y deshacen,
mienten y destrozan las economías europeas, anulan su libertad, combaten nuestras
creencias, reniegan de sus raíces cristianas, abren la puerta al mal en forma
de degeneraciones varias, de invasiones foráneas, de cesiones a los enemigos declarados
de nuestra civilización, y tienen la sartén por el mango, controlan el
parlamento europeo y legislan en contra de todos nosotros. Y sacar del poder a
toda esta gentuza nos va a costar muchos años. Muchísimos.
Y eso significa que muchos de
nosotros no volveremos a ver salir el sol, ni reír la primavera. Ni a tener novia.
Lo siento, hoy me he despertado
pesimista. Mañana será otro día.