Artículo
1. ° El
honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil;debe
por consiguiente conservarlo sin mancha.Una
vez perdido no se recobra jamás.
Como para tantos otros españoles,
la Guardia Civil ha sido un referente para mi desde muy pequeño. Puede ser por
mimetismo, por imitar a mi padre, que consideraba a este cuerpo lo más sagrado y
que tuvo muchos amigos pertenecientes a él, o por mi filia por todo aquello que
sea militar y patriota, o por educación, tanto por parte de padre como de
madre, hija de oficial alemán de alta graduación fallecido en la segunda guerra
mundial.
Pero la Guardia Civil no era lo
único que me gustaba de pequeño, tuve mi época en la que soñaba con ser marino,
otra en la que aspiraba a ser arqueólogo, y hasta deseé ser escritor, cantante o
guitarrista. Se llama infancia, se llama juventud, se llaman sueños. Y conforme
pasaron los años, cada una de estas aspiraciones quedaron relegadas a
infantiles o juveniles recuerdos, imponiéndose la realidad, la formación y
finalmente el mundo laboral, en mi caso muy alejado de cualquier profesión con
tintes aventureros o heroicos. Como a tantos de mis coetáneos, la realidad se
impuso a la ilusión.
Pero de todo este baúl de los recuerdos,
el amor que nunca ha desaparecido, el que ha permanecido en mi cerebro y sobre
todo en mi corazón, es mi pasión, mi respeto y mi admiración por la benemérita
Guardia Civil. Junto a mi amor por España, por mi patria, es quizás lo
único que ha permanecido inalterable en mi ya larga vida. Porque la Guardia Civil
encarna todos y cada uno de los valores en los que creo.
Hablaba el otro día con Paco, un
guardia civil de los de verdad, ya no activo, pero jamás jubilado, ya que un
guardia lo es para todo la vida, y comentábamos tal o cual hecho de nuestra
triste actualidad, o mi última columna, ya que es uno de mis pocos lectores
fieles, que lee mis artículos y encima los comenta, y me comprometí a dedicarle
unas líneas al benemérito cuerpo, algo que tengo pendiente desde hace muchos
años. Demasiados.
Podría detallar, comentar y
desgranar uno a uno los artículos de la “Cartilla de la GuardiaCivil”, y no encontraría el lector ni uno que no comparta, que no represente
los valores superiores de nuestra civilización, que no encarne la justicia, el
honor, la generosidad, la valentía, la higiene, la educación, la camaradería,
la fidelidad, la obediencia, la disciplina, el esfuerzo…y con todo ello nuestra
fe católica, columna vertebral de nuestra historia, de nuestra herencia, de
nuestra propia existencia.
¿Y por qué escribo todo esto
ahora, ya en la madurez, con el siglo XXI bien entrado, y en tiempos tan poco dados
a alabar a un cuerpo armado, donde cualquier valor de los enumerados anteriormente
es considerado anacrónico, superado, fuera de lugar o “casposo”, como les gusta
llamarlo a tantos seres descarriados, que han elegido el camino equivocado en
su vida?
Pues justamente por ello, porque nuestra
sociedad ha perdido todos y cada uno de los valores fundamentales que deberían
regir nuestras vidas. Higiene física y psíquica, esfuerzo, obediencia,
fidelidad, honor…, todo ello son atributos del ser humano que han sido extirpados
de nuestro cuerpo y nuestra alma, y han sido sustituidos por todo lo malo que
pueda uno imaginarse. El egoísmo, la avaricia (o cualquiera de los demás
pecados capitales), la holgazanería, la violencia gratuita, la picaresca, la
suciedad, la egolatría y hasta la multilatría, la superficialidad, la
inmediatez, el odio, el sexo sin amor…, en resumen, el MAL en mayúsculas, un
compendio de pecados y defectos que ocuparían bastante más que todos los artículos
de la cartilla de los guardias.
Y si a esto añadimos la maldad de
los gobiernos actuales (no solo del PSOE, sino también del anterior del PP), cómplices
ambos, cuando no representantes de Satán en la tierra, que han hecho y hacen todo
lo posible para denigrar, apartar, humillar, engañar, maltratar y desprestigiar
a la Benemérita, pues no podía haber mejor momento para loar a este admirado
cuerpo.
Si repasamos todas las acciones u
omisiones protagonizadas por los sucios políticos contra la Guardia Civil,
podríamos llenar toda una enciclopedia. La mayoría de estas acciones por cesiones al separatismo, al nacionalismo y al terrorismo, esos tres ismos que en esta aciaga
época, desde su injusta y desproporcionada representación parlamentaria,
condicionan la realidad política y la propia existencia de los alternantes
gobiernos, por lo que se convierten en simple moneda de cambio para contentar a
los enemigos de España, a cambio de unos contaminados votos que permiten al déspota
o al inútil de turno mantenerse en el poder unos cuantos años, aprovechar su
momento, enriquecerse, socavar nuestra sociedad y destruir nuestra patria. El
maldito trueque de votos por maldades. Siete cabras por tu hija. Tus nueve votos
por un trozo de nuestra historia, por un cacho de nuestra integridad, por una
parte de nuestra alma.
Y, como en cualquier otro cuerpo,
gremio o profesión, las cuatro ovejas negras, corruptas y cómplices,
permitiendo la destrucción de la noble y gloriosa historia de la Guardia Civil.
Incumpliendo todos los artículos de su norma de conducta. Sobre todo el artículo
1º.
La disolución de unidades especializadas
y necesarias, la retirada de tierras españolas como las provincias vascongadas
o Cataluña, la cesión de competencias, la no equiparación salarial, la acuciante
falta de medios, el maltrato en general, que culminan en hechos tan tristes y
graves como el asesinato de Guardias Civiles en Barbate, el castigo por ayudar
en la DANA de Valencia, o la destitución fulminante por oponerse a un ministro
del interior desquiciado, enfermo y malvado, cuyo único objetivo en la vida es
hacer daño. Sobre todo a la Guardia Civil.
Encabeza este pequeño tributo el
artículo 1º de la Cartilla de la Guardia Civil, y no puede haber nada mejor que
cerrarlo con el último artículo del primer capítulo de dicha norma de conducta,
tan apropiado, viendo lo sucedido en Valencia hace unos meses, y cuyo
cumplimiento, como no, limitó, evitó y prohibió el maldito gobierno socialista.
Artículo 35: En las
avenidas de los ríos, huracanes, temblores de tierra o cualesquiera otra
calamidad, prestará cuantos auxilios estén a su alcance, a los que se vieren
envueltos en estos males.
¡Viva la Guardia Civil!
¡Viva España!
Un gran artículo de un escritor desaprovechado. Sabe captar la verdadera realidad y la expone meridianamente clara.
ResponderEliminarEfectivamente la Guardia Civil creada por un visionario, es un baluarte contra la maldad de los tiempos que vivimos por políticos inmorales que venden a España sin importarles sus consecuencias.
Fdo. El Duque de Ahumada.
Muy buen homenaje Ernesto
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