miércoles, 13 de noviembre de 2019

¿Qué será de la marca España?



Tenía in mente este artículo desde hace unos días, por lo que después de una breve sesión de self-brainstorming (por una vez me permito utilizar un anglicismo, algo que me desagrada profundamente, pero no encuentro ningún equivalente aceptable en nuestro querido idioma) en el corto trayecto del metro de Madrid que me lleva de casa al trabajo, he buscado un par de datos en la red, por aquello de citar correctamente y no equivocarme en nombres, hechos o fechas, y me he puesto a escribir. Igual ha influido también la extraña noche que he pasado, acosado por pesadillas en las que el nuevo Frente Popular que se avecina causaba irreparables estragos en nuestra patria, nuestra vida y con ello en el futuro de las nuevas generaciones. De tal calibre han sido estos malsons, como llamamos a las pesadillas en catalán, estos malos sueños, que he puesto las calles y me he plantado hora y media antes en la oficina, es decir, con el sol aún por asomar en el punto más oriental de nuestra piel de toro, la Punta de S'Esperó en la fortaleza de la Mola en Menorca, isla balear que por ahora aún pertenece a España. A ver lo que nos dura. En cristiano, son las seis y media de la mañana y ya estoy dándole vueltas a “tot plegat”.

Seguro que muchos de vosotros, mis tristemente pocos pero fieles lectores, os acordáis del proyecto llamada “Marca España”, puesto en marcha en 2012 por el gobierno del PP, con el objetivo de “mejorar la imagen exterior de España”., tal como consta en el Real Decreto 998/2012, de 28 de junio publicado en el BOE correspondiente, aunque en la Wikipedia ya hayan manipulado el objetivo original cambiándolo por el del nuevo proyecto, “España Global” (más abajo escribo un poco más sobre esta aberración) , sustituyéndolo por un extraño “objetivo de mejorar la percepción de nuestro país en el extranjero y entre los propios españoles”.

Ahí queda eso. Lo de mejorar nuestra imagen en el extranjero me parece correcto y necesario, eso fue la idea inicial de la “política de estado”, pero lo de “entre los propios españoles” demuestra la estupidez y sobre todo la debilidad de nuestro compulsivamente mentiroso presidente, cautivo y entregado, como todos los gobiernos que hemos tenido en democracia, a los chantajistas nacionalistas de las Vascongadas y de los condados catalanes. Definir un proyecto y una política de Estado para mejorar la imagen que tenemos de nosotros mismos es una clamorosa prueba de que algo, mucho, se está haciendo mal. Desde hace muchos decenios. Yo diría que desde 1978. Y vamos a peor.

Pero volvamos un momento a la “Marca España”. Gracias a Don Carlos Espinosa de los Monteros y Bernaldo de Quirós, “Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España” de 2012 a 2018, el proyecto fue un completo éxito. Y esto no lo digo ahora, al calor de la actual presencia social y el triunfo político de su hijo Iván, uno de los líderes de VOX, que va camino de convertirse en un referente a seguir en España: ya escribí sobre su padre hace un año y medio, cuando tuve el placer de escuchar una conferencia suya en un evento empresarial. Su impecable y a ratos emocional discurso defendiendo a España, con conocimiento y sentimiento, fue impactante y sorprendente, más aún cuando se trataba de una convención del mundo asegurador, un sector digamos que no demasiado emocional, sentimental o patriótico. No detallaré aquí el impresionante curriculum de Don Carlos, el que desconozca su pasado que se informe por la red. Vale la pena. Solamente decir que hasta el gobierno del plagiador Pedro Sánchez le condecoró con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica al tiempo que le defenestraba, como queriendo cubrirse las espaldas por si alguien osaba criticar el desmantelamiento del proyecto “Marca España” para crear un sucedáneo progre-globalista-izquierdoso llamado “España Global”. Nota: Ni me he atrevido a bucear en la nueva web de este proyecto, cuya “url” de entrada ha mutado del original  www.marcaespana.es a un claramente sospechoso www.thisistherealspain.com/ , como avisando de que van a reescribir la historia y los logros conseguidos y cambiarlos por su “nueva historia”, al igual que han hecho con la “Memoria Histórica” unilateral y revanchista, o como practican los separatistas catalanes día si día también con su demencia de convertir hasta el último hecho triunfal, plato típico, descubrimiento, avance social, triunfo deportivo o baile regional español en originario de tierras catalanas. Iluminados. Y peligrosos.


Porque como suele pasar en nuestro país, aunque algo funcione de maravilla, en el momento en el que cambia el signo político del poder ejecutivo gracias a favorables resultados electorales u oscuras alianzas, la primera y prioritaria tarea de los nuevos dirigentes es desmontar lo anterior, sea bueno o malo, despedir a los responsables de puestos clave de la administración y colocar a los suyos. Tanto a amigos y familiares directos como a acreedores de favores y deudas previas o miembros de la judicatura abiertos a vender su alma por 30 piezas de plata. No hace falta que os recuerde los múltiples y recientes casos de nepotismo y amiguismo, llevados a cabo con toda la desfachatez del mundo tanto por el PP como por el PSOE. 
El PPSOE, como solemos abreviar a ese duopolio que lleva cuarenta años sangrando a España para colocar y enriquecer a su fiel tropa. Y utilizando cada cuatro años la palabra “ESPAÑA” para justificar sus propias miserias y sacar los votos necesarios para seguir medrando. Vergüenza les tendría que dar a todos.

¿Qué será pues ahora de la marca España?
Habiendo desparecido el proyecto MARCA ESPAÑA, en mayúsculas, y teniendo a la “ínclita” Irene Lozano al frente de la nueva institución, una Secretaría de Estado “globalista” cuyos objetivos ni quiero conocer, pero cuya remuneración para la responsable está por encima de los 5.000 euros mensuales, me temo lo peor para el nombre, el prestigio, la economía, la convivencia y el futuro de España. Esta Irene, por cierto, es la amanuense, la escribana del libro-plagio de Pedro Sánchez, por si alguno lo desconoce. Así se entenderá mejor su nombramiento.

Porque la realidad social y política, marcada por el golpista y violento “procés” catalán y los enmascarados tejemanejes “nazional-racistas-siempre nos quedará el terrorismo como comodín” del PNV y sus continuos chantajes al gobierno central, las mentiras de nuestros ministros frente a las autoridades europeas sobre la verdadera situación económica del país, sumadas al acuerdo de ayer entre el PSOE y Pablo Iglesias, contubernio frentepopulista que presagia un desastre tras otro para nuestra tullida sociedad... esta realidad realmente no invita a ser optimistas. Para nada.

Decía la señora Irene Lozano en una reciente entrevista que Manuel Azaña "estaría orgulloso de la España plural, diversa, solidaria y tolerante que somos hoy”. Nunca llegaré a entender ni aceptar la suma tontería y sucia mentira populista del “plural, diversa, solidaria y tolerante”, sobre todo si sale de la boca de un socialista, un podemita u otro ser de esa galaxia extraña en la que habita el retrógrado, falso, envidioso y revanchista rojerío patrio. Y menos toleraré que nombren al malvado y sanguinario Manuel Azaña cuando se habla de la imagen y del futuro España.

Plural: ¿Se referirá quizás a las nacionalidades inventadas que no coinciden para nada con la historia de España ni con nuestra realidad social? ¿O a la integración de violentos inmigrantes ilegales, regándoles de subvenciones sin exigirles nada a cambio, mientras el pueblo español languidece y sufre como nunca?

Diversa: ¿Piensan quizás en la dictadura de género, un experimento de manipulación social contra todo sentido y sobre todo contra la propia biología, que establece claramente que el sexo no se asigna, sino que viene determinado en los genes?

Solidaria: ¿Estará hablando del palacio de los marqueses de Galapagar, los vuelos con el Falcon, el duro trabajo de Begoño, los exagerados sueldos de los políticos (¿por cierto, qué partido ha planteado no cobrar si no trabajas en el caso de los diputados?), o el paripé mercadotécnico con los barcos esclavistas como el Aquarius o el OpenArms?

Tolerante: ¿Con quién? Con los de su cuerda, supongo, porque todo lo que no siga las ideas maestras del pensamiento rojiprogre está claro que es fascista, como bien recalcó el otro día nuestra gran e ilustre filósofa patria, la bachillera Adriana Lastra. ¡Fascistas, malditos fascistas!

¿Qué será de la marca España cuando en Europa vean a personajes como Pablo Iglesias aupados a un ministerio?

¿Qué será de la marca España si este nuevo Frente Popular sigue utilizando a la familia real con malas intenciones?

¿Qué será de la marca España si seguimos dejando que una minoría violenta protegida por el poder local coarte la libertad de los demás y destroce nuestro sector turístico, básico e imprescindible para la supervivencia de todos nosotros?

¿Qué sera de la marca España si ...?

¿Y que será de la propia España como nación, heredera de un glorioso imperio que trajo los mayores avances a la sociedad y perpetuó eternos y superiores valores en la historia de la humanidad?

No lo sé. Pero pinta mal.

P.D. Mientras escribo esto me han pasado este mensaje de Twitter que por lo menos me ha hecho sonreír y confiar en el humor, la constancia y la ilusión que en el fondo atesoramos todos los españoles de bien.







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