martes, 11 de marzo de 2025

Tres reyes atravesando Navarra - Camino 2025

 


Después del tramo del Camino de Santiago del año pasado, de Vigo a Santiago para rematar el camino portugués, la desazón y la rabia de ver esta milenaria ruta peregrina convertida en una feria de tipos de todo pelaje, carente de los valores originales y devenida en una marea de turigrinos ávidos de sellos, de masas enloquecidas copando las pocas sillas de los bares dejándonos sin el precioso líquido tan necesario para resistir las etapas, decidimos, después de muchos años caminando a finales de septiembre (26 en mi caso), cambiar de fechas y andar en invierno. Menos gente, más espíritu peregrino. Por lo menos era nuestra intención e ilusión…

La llegada


Partimos pues un sábado en la habitual y querida RENFE, en un recorrido por primera vez en muchos años en dirección este, con la suma alegría de que han incorporado Estrella Galicia a las bebidas disponibles, con 25 minutos de retraso y con unos asientos que volvieron a quedarse sin utilizar hasta casi llegar a Pamplona. Habiendo bar, cerveza, y charla con los atentos empleados del vagón restaurante, poco nos llamaba la comodidad de un asiento. Así pasamos la mañana, con cervezas, recuerdos, algo de picoteo, alguna calada al Ducados con el revisor en las pocas paradas del recorrido y comentarios sobre el mítico Antonio, de los revisores más antiguos de la empresa jubilado forzosamente a los 67 años, dejándole sin uno de los tres pilares de su vida, a saber: el tren, los vinos y el Depor. Ahora ya le queda solamente el vino para llorar o celebrar los resultados de su equipo del alma.

En Pamplona se incorporó Jaime, un fichaje imprescindible por su cultura, sus valores, su educación y sus diversas habilidades (de estas hablaremos más adelante). Siendo navarro de pura cepa, sus explicaciones sobre ese paisaje, aquel monumento, esa senda y aquella bandera, fueron didácticas y enriquecedoras. Por lo menos para nosotros. Si al brasas que intentó entrarnos con el tema de la Cruz de San Andrés, que orgullosamente llevo en la chupa y que detectó cual agente encubierto de la STASI (o de BILDU), le gustó la lección de historia que le dio Jaime, es harina de otro costal. Pesado, más que pesado. Aunque este sucedió más adelante.

Sin novedad destacable llegamos a Roncesvalles, ocupamos nuestras literas en el albergue de invierno, limitado a 30 plazas y lleno hasta la última plaza (eso nos salvó de tener que aguantar a dos frikis que aparecieron a última hora, un murciano graciosillo seguidor de Leño y un iluminado con frases profundas y cerebro sin duda lleno de basura y simplezas. Aunque esto sea un prejuicio: igual eran ambos encantadores y se hubieran convertido en las amistades de nuestras vidas. Pero como no lo sabremos jamás, dejémoslo en que no los vimos más.

Lo que si vimos fue el pequeño museo de la Real Colegiata, con los objetos capturados a Miramamolín y los suyos y asombrados con los pies XXL de Sancho VII el Fuerte y acto seguido asistimos a la misa del peregrino en la iglesia de Santiago. Misa correcta, con un fraile que pasó de ser en la distancia un joven monaguillo con una buena voz a un siniestro ser mayor digno de “El nombre de la rosa”, cuando le vimos a menor distancia al acercamos para la bendición final, y una advertencia del oficiante que me pareció muy correcta: “Aquí a comulgar que se acerquen solamente los católicos y de estos los que estén en condiciones de comulgar”.  Sin medias tintas. Como tiene que ser.

Quedaba pues la cena, en este caso en Casa Sabina, posada propiedad, al parecer, de una familia afín y fiel a la Guardia Civil, según nos explicó Jaime. Sin duda un argumento adicional para optar por este restaurante: el otro argumento es que no había otro local abierto.

Entre charlas, bocadillos, huevos con setas y algunas cervezas, hicimos tiempo antes de retirarnos a las literas. Todo ello amenizado, por llamarlo de alguna manera, por un grupo de franceses de mediana edad: zafios, ruidosos y molestos. Lo que viene a ser la definición de un gabacho. ¡Qué triste debe de ser su vida y que feos sus pueblos para tener que subir a emborracharse a un lugar como Roncesvalles! Sobrevivimos esta mini invasión de los nuevos hijos de San Luis, al albergue, noche durísima con un extraño ser que roncaba lo que no está escrito, hasta el punto que de la habitación de al lado se acercó un asiático para cerciorarse que se trataba de ruidos humanos, y comenzaba la aventura. Con nieve, según las predicciones. Por la mañana se vería…

 

Primera etapa (Roncesvalles – Zubiri, 21,4 km,)


Después la ruidosa noche, sin pegar ojo más que unas horas, a las 5:40 ya estábamos en pie, y después de prepararnos sin prisas, a las 6:45 partimos hacia esta nueva aventura, cayendo los primeros copos de nieve justo al salir, mientras nos entreteníamos con las fotos de rigor de los carteles de tráfico que marcan la distancia a Santiago. 790 km que nos quedan por delante, a saber en cuantos tramos. Por ahora haremos esta semana hasta Logroño. Dios dirá lo que vendrá después. Previsores que somos, no llevábamos nada comestible en las mochilas, por lo que la preciosa marcha entre la nieve que cuajaba paso a paso y que acabó cubriendo casi toda la etapa de ese manto blanco tan inusual en nuestros caminos, y hasta que no llegamos a Espinal no encontramos una máquina de café y pudimos calentarnos un poco. Esto nos ayudó a llegar sin problemas a Viscarret, lugar en el que acertamos de pleno con la elección del bar: Españita por los cuatro costados. Comida casera de cuchara a las 10 de la mañana, paisanos jugando al mus, simpatía por doquier y una decoración “Spanish Flamenco y Olé Style” apropiada para la marea de extranjeros que suelen pasar por aquí. Un buen desayuno, bocadillos, huevos y queso a discreción como detalle de la casa, y a por el alto del Erro. Aquí empecé a notar mi declive físico, convirtiéndose cada pequeño repecho en un verdadero martirio. Y en un lastre para mis dos compañeros, que se pasarían el resto de la semana esperándome cada tanto con paciencia y solidaridad. Las chanzas sobre un carricoche para el año que viene no se hicieron esperar. A este paso acabaré robándole la silla motorizada a Echeminga. Para el uso que le da esa siniestra rata, mejor que sirva de ayuda a un veterano peregrino.

Superado el alto y con unos 10 km más recorridos, llegamos a la pensión sobre el río Arga a las 15:00. Mientras me instalaba, Edu y Jaime fueron a por suministros, y en cuanto estuvimos duchados, cambiados y recuperados, decidimos cruzar el pueblo entero para ir al único bar abierto, el clásico punto de encuentro de carretera de lugareños aburridos, camioneros cansados, peregrinos perdidos y un camarero muy poco apropiado para el entorno: un hermafrodita de libro, alegre y dicharachero y que nos atendió de maravilla. Hasta el punto de que Jaime derramó de la emoción el “riquísimo” vino (con gaseosa) que tomamos comiendo chistorras con huevos, algo imprescindible en esta localidad, famosa justamente por sus chistorras (aunque probaríamos algunas mejores durante la semana).  Saciados ya, compramos todas las cervezas que había en la gasolinera lindante y volvimos al cobijo del albergue a la sesión de tardeo peregrino.

Compartimos pues mesa, lumbre, altavoz y buena música con los demás peregrinos: un grupo de coreanos sorbiendo espaguetis en un vaso de Duralex con ayuda de sus palillos y con las tres “valquirias” a las que entré sin problemas en su idioma materno, algo que siempre ayuda. Teníamos pues a Brunilda, la mayor y más agraciada, a Helmwige, más bien fea y pelopaja, y a Gerhilde, la más joven y obsesionada con explicar a sus “hermanas” que le dolían los pechos por culpa de la mochila, sabiendo que yo entendía todo lo que hablaban entre ellas. La multé por chatear mientras comía, se dio cuenta que tenía razón, dejó el móvil y se zampó dos grandes platos de pasta, mientras que nosotros le dimos a la música, acabando la sesión como siempre con tres monologuistas, cada loco con su tema e intentando mostrar el último video o poner tal o cual canción. Lo de estar enganchados a las pantallas, a la inmediatez y lo efímero, nos impidió entrar en profundas conversaciones con las alemanas. Y menos aún con los coreanos. Nunca sabremos si nos perdimos algo. En cualquier caso fue una tarde agradable, y perdonado el desliz del vino a Jaime al contarnos quienes fueron sus antepasados, nos retiramos a descansar.

 

Segunda etapa (Zubiri - Pamplona, 20,4 km.)


A las 7:30 desayuno en el bar vecino (de un albergue, caro y con los enchufes tapados para evitar cargas de móviles), y en marcha. Siendo lunes, la esperanza de encontrar más servicios nos animaba un poco, aunque tampoco fue así. Ni en Larrasoaña, a 5 km de fácil camino con pocos repechos, ni en ninguna de las siguientes poblaciones encontramos nada abierto, hasta el punto de que un paisano en Irotz nos quitó la última esperanza: hasta Pamplona no hay nada abierto. Tampoco fue para tanto, y por fin, después de más de 16 km, llegamos Arre y Villava, y el bar Paradise hizo justicia a su nombre, aunque poco nos demoramos ahí, entre el frío, la intermitente lluvia y las ganas de llegar, nos conformamos con dos cervezas y reemprendimos el camino para rematar la entrada a Pamplona. La histórica ciudad, capital de uno de los grande reinos hispanos, cuna de bravos reyes y valientes y nobles súbditos, monumental y tan conocida por todos por las retransmisiones de los Sanfermines, y tan diferente en invierno, con las calles vacías, los bares cerrados, el suelo mojado y la plaza del ayuntamiento convertida en una minúscula plaza de una casita de muñecas. La visita al local de un armenio, marcado y señalado por los perros etarras de siempre por haber celebrado un acto de VOX en su local, no fue exitosa, picamos unos pinchos, nada del otro mundo, y a otra cosa, mariposa. Seguimos el trazado del camino por el casco urbano hasta nuestra pensión, y visto el tiempo lluvioso y la tardía hora, decidimos cerrar la etapa a las seis de la tarde y nos retiramos cada uno a su nido, emplazándonos al café a las 7:30 del día siguiente en la cafetería del hotel que teníamos enfrente, conocido por haber sido la residencia de la familia real durante los tratamientos médicos de Don Juan en el cercano y famoso hospital universitario. Una etapa de transición, sin contacto con otros peregrinos, sin demasiado alcohol pero con interesantes momentos y constantes explicaciones de Jaime, sobre tal o cual hecho, rey, escudo o edificio. Nada como andar con un guía local, amante de su tierra y docto en la historia de Navarra y de España.

 

Tercera etapa (Pamplona – Puente de la Reina, 23,9 km.)


Reunidos de nuevo los tres ante unos cafés, a las 8 salimos de Pamplona, con la lluvia como compañera y el Alto del Perdón como gran obstáculo del día, por lo menos para mí, aunque realmente me costó todo el camino. La subida Cizur Menor, con equivocación de dirección incluida, ya fue un tormento, y a las 10:30 paramos a desayunar en Zariquiegui, con las viandas y las bebidas que habíamos comprado la noche antes. Mi decisión de cargar con el pan, el queso y el fuet tuvo su compensación: por mucho que me alejara de los dos atletas que me precedían, tenia claro que en algún recoveco del camino me esperarían. Ya no solo por solidaridad, sino también por hambre. Y así fue el resto del camino. Andando en soledad, y reuniéndonos cada tanto para recuperar fuerzas. Como tiene que ser el Camino. Sufrimiento, hambre, sed y soledad, compensados al poco tiempo con charlas, pan, cerveza y embutidos. Castigo y premio. Esa meritocracia que se ha perdido del todo, en la que todos exigimos y pocos damos. Bien ganados pues los bocados a la intemperie. La bajada del Alto del Perdón, desagradable como siempre. Charla con un sabio paisano en Uterga, última parada en Óbanos a las 15:00, en bar rural muy acogedor, con chistorras tan buenas que acabamos tomando dos raciones, y a las cuatro ya llegamos a Puente de la Reina, con al albergue de los padres reparadores recordándome mis anteriores visitas con Carlos Oriente. ¡Presente! Jaime se queda en el albergue y nosotros nos instalamos en el cuco hotel Bidean, decorado cual albergue alpino, con música chill-out y una habitación pequeña pero muy correcta. Dejándonos llevar por las guías, fuimos al restaurante conocido por sus menús de peregrino, y estuvimos desde las seis hasta las siete y media haciendo tiempo hasta que abrieron la cocina. Cada uno con su móvil, incluida la extraña pareja de chicos, quizás padre e hijo, y poca conversación. Por no hablar de las hamburguesas, una de carne de Angustias, como la bautizó Edu, y que sinceramente comí a disgusto. Quién sabe lo que contenían, más aún vista la suciedad general del local. Pero sobrevivimos, hicimos unas ultimas hierbas en las salita de nuestro hotel, y retirada a la habitación para dormitar mientras el Real Madrid se batía con el Atléti en la Champions.

 

Cuarta etapa (Puente de la Reina - Estella, 21,6 km.)


A las 6 de la mañana ya estamos en la panadería / cafetería de enfrente, cruasanes y cafés, a las 7 se incorpora Jaime, y sin demasiados problemas nos plantamos a las 9 de la mañana en Mañeru, donde desayunamos la tortilla de rigor, con alguna cerveza para facilitar la digestión y oxigenar las piernas. A Jaime se le ha abierto su “camel bag” durante el camino, por lo que tenemos claro que lo mejor es llevar una bota tradicional. La tradición manda. Odio al mundo moderno. Para evitar un estrecho camino de bajada y subida opto por la variante ciclista, y me triquiñuela acaba en un tramo adicional de 2 km, pero finalmente nos juntamos, saco por fin la bandera de los tercios que llevaba como regalo para Jaime, foto de conquistadores y afrontamos la subida a Lorca juntos, aunque no hay premio y está todo cerrado. Seguimos por lo tanto y en Villatuerta, a 4 km de destino, encontramos por fin refugio en el bar del polideportivo y nos tomamos un descanso, son las dos y diez. Hacia las 3 y media llegamos al precioso albergue de Curtidores, a la entrada de Estella, y mientras Jaime visita el museo carlista y compra su billete de vuelta, nosotros nos dedicamos a la lavadora y la secadora, al borde de río y en un edificio histórico restaurado con estilo y equipado de maravilla. Aunque nos quedamos sin monedas y por lo tanto sin beber hasta la vuelta de Jaime. Paseo por Estella, dudas varias en la elección del restaurante, y al final cenamos en el tradicional bar San Juan, ahora regentado por una china mayor, con risottos, entrecots y bacalao. La comida, normalita, el servicio, atento, y de vuelta al albergue, donde pasé una noche dura, ya no sé si por el esfuerzo, el risotto que me repetía o el irremediable declive físico por mi edad y mi poco sana vida. En fin, es culpa mía. Acabó la etapa, descansamos lo que pudimos, y a por la siguiente. El “walk, eat, sleep, repeat” de cada año que le había comentado a la joven valquiria unos días antes, y que ella complementó con un “shit”, algo muy feo, más aún en boca de una joven alemana. En fin, tiempos modernos y falta de educación y de etiqueta. Y por cierto, lo de valquirias no implica belleza ni gracia, simplemente lo usamos cono alias para unas alemanas, que más bien eran feas. Que nadie crea que andábamos acompañados por bellezas teutonas. Esas las vemos en sueños, como mucho.


Quinta etapa (Estella - Los Arcos, 21,3 km.)


Después de la mala noche, no me veo en condiciones de andar mucho. Salimos pronto, desayuno en cafetería que abre a las 5, y después de 2 km. en Ayegui, decido retirarme, buscar un bus y esperar a la pareja en Los Arcos. Un paisano muy agradable al que preguntamos por los buses se ofrece a llevarme y a las 9 de la mañana ya estoy en el hotel de los Arcos, mientras que a mis dos compañeros les quedan varias horas de mojado y duro camino. Por lo menos les he liberado de las constantes esperas, por lo que andan a un buen ritmo, y hacia la una, si no recuerdo mal, ya llegan cansados pero enteros. Yo he dedicado la mañana a descansar, a tomar unas rabas y unas cervezas y a escudriñar un poco los alrededores. Jaime pilla habitación, comemos de maravilla en el restaurante que comparte edificio con el hotel Mónaco, y pasamos el resto de la tarde entre las habitaciones, y un posterior paseo por el pueblo y la parada final en el bar de enfrente para tomar una rabas y unas bolas de carne, lo último antes de retirarnos. Por ahora hemos puesto pocos motes: el gordo infame roncador de Roncesvalles, la alemana cagona y un nuevo personaje, el Brasas, al que ya nombro al principio, que me ve la cruz de San Andrés e intenta explicarnos su origen. Misión imposible, por lo que la lección de Jaime acaba con sus ansias de protagonismo, y se va con sus sabidurías a otra parte. Una pena haberme retirado, pero me encuentro mejor y creo que llegaré sin problemas. Queda una etapa, encima corta ya que solamente iremos hasta Viana. Ultima población de Navarra, que hemos cruzado de norte a sur en cinco días. El siguiente tramo ya será por las bellas tierras riojanas. Sin duda uno de los tramos más bonitos de todos los caminos. Pero eso será en septiembre. Aquí aún nos queda un día para rematar la faena y cortar las dos orejas.

 

Sexta y última etapa (Los Arcos – Viana, 18 km.)


A las seis de la mañana estamos en pie, nos pasamos media hora buscando el mando de la tele, y a las 6:30 estamos en el bar del hotel desayunando. Llueve un poco, pero siendo la última etapa, y encima corta, no me preocupa demasiado. La caminata, con momentos soleados, música hispánica y céltica, con repechos asumibles, es de las más bonitas de todo el camino de este año. Paramos a las 9:15 en Sansol, dejamos al propietario del ultramarinos sin pan, comemos queso, cervezas y cafés, cargamos más pan y bebida en las mochilas, y seguimos ruta sin ningún sobresalto. Hacemos una pequeña parada en Torres del Río, me quedo en el albergue de la Pata de Oca del italiano mientras Jaime y Edu visitan la iglesia románica del Santo Sepulcro, me invita a un anís mientras me pregunta si aún soy activo sexualmente, una pregunta fuera de lugar y momento, regalo un par de cigarrillos a un joven alemán que viaja literalmente con la casa a cuestas (él mismo acepta que está un poco loco, con una  mochila enorme y otras cuatro bolsas adicionales, que por lo que veo contienen desde ropa sucia a envases vacíos), y a 5 km. de Viana hacemos la última parada en un bosque, con sillas para los tres reyes, piedras y muchas fotos y recuerdos de peregrinos anteriores. Todo un santuario.

A las dos llegamos a Viana, sello en la oficina de turismo, y hacemos tiempo en el primer bar que pillamos hasta las cuatro, hora del bus y del final del Camino de este año. Jaime se vuelve a casa, que tiene concierto, y nosotros bajamos a Logroño, buscamos el feo y desagradable albergue, según Eduardo Oriente en la peor parte de la ciudad, y nos juntamos con él en el Laurel, donde disfrutamos del encuentro entre cervezas, pinchos, vinos, empanadillas, jamón y demás delicatessen de un casco antiguo que rebosa bares y vida. La alegría y emoción de volver a ver a Eduardo, los planes para septiembre, incluyendo las siempre generosas ofertas de Eduardo, que nos abre su corazón y su casa, como solamente hacen los camaradas, rematan un camino diferente, pero bastante más auténtico que el del año anterior. Sin turigrinos, sin masificación, con más esfuerzo y menos bares, pero con momentos inolvidables, paisajes brumosos, nieve, esfuerzo y ganas de continuar cuanto antes. Y con la incorporación de Jaime que ha sido una agradable sorpresa. Repetiremos, sin duda.

Los tres reyes, que no son ni Melchor, Gaspar y Baltasar llegando a Belén, ni tampoco Alfonso VIII, Pedro II y Sancho VII cargando contra el moro invasor en las Navas de Tolosa. Simplemente tres camaradas, peregrinos por los caminos de España. Como bien cantaba Cecilia:

No me propongo destino
No quito puestos a nadie
Porque mi puesto es el aire
Como el olor del buen vino

Sabiendo que nunca es tarde
Mi pie siempre en el estribo
Y cada paso que piso, un paso menos que dar
El caso es andar, el caso es andar

No me pertenece el paisaje, voy sin equipaje por la noche larga
Quiero ser peregrino por los caminos de España”.

¡Ultreia!




lunes, 17 de febrero de 2025

A la Benemérita


 

Artículo 1. ° 
El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil;
debe por consiguiente conservarlo sin mancha.
Una vez perdido no se recobra jamás.
 

Como para tantos otros españoles, la Guardia Civil ha sido un referente para mi desde muy pequeño. Puede ser por mimetismo, por imitar a mi padre, que consideraba a este cuerpo lo más sagrado y que tuvo muchos amigos pertenecientes a él, o por mi filia por todo aquello que sea militar y patriota, o por educación, tanto por parte de padre como de madre, hija de oficial alemán de alta graduación fallecido en la segunda guerra mundial.

Pero la Guardia Civil no era lo único que me gustaba de pequeño, tuve mi época en la que soñaba con ser marino, otra en la que aspiraba a ser arqueólogo, y hasta deseé ser escritor, cantante o guitarrista. Se llama infancia, se llama juventud, se llaman sueños. Y conforme pasaron los años, cada una de estas aspiraciones quedaron relegadas a infantiles o juveniles recuerdos, imponiéndose la realidad, la formación y finalmente el mundo laboral, en mi caso muy alejado de cualquier profesión con tintes aventureros o heroicos. Como a tantos de mis coetáneos, la realidad se impuso a la ilusión.

Pero de todo este baúl de los recuerdos, el amor que nunca ha desaparecido, el que ha permanecido en mi cerebro y sobre todo en mi corazón, es mi pasión, mi respeto y mi admiración por la benemérita Guardia Civil. Junto a mi amor por España, por mi patria, es quizás lo único que ha permanecido inalterable en mi ya larga vida. Porque la Guardia Civil encarna todos y cada uno de los valores en los que creo.

Hablaba el otro día con Paco, un guardia civil de los de verdad, ya no activo, pero jamás jubilado, ya que un guardia lo es para todo la vida, y comentábamos tal o cual hecho de nuestra triste actualidad, o mi última columna, ya que es uno de mis pocos lectores fieles, que lee mis artículos y encima los comenta, y me comprometí a dedicarle unas líneas al benemérito cuerpo, algo que tengo pendiente desde hace muchos años. Demasiados.

Podría detallar, comentar y desgranar uno a uno los artículos de la “Cartilla de la GuardiaCivil”, y no encontraría el lector ni uno que no comparta, que no represente los valores superiores de nuestra civilización, que no encarne la justicia, el honor, la generosidad, la valentía, la higiene, la educación, la camaradería, la fidelidad, la obediencia, la disciplina, el esfuerzo…y con todo ello nuestra fe católica, columna vertebral de nuestra historia, de nuestra herencia, de nuestra propia existencia.

¿Y por qué escribo todo esto ahora, ya en la madurez, con el siglo XXI bien entrado, y en tiempos tan poco dados a alabar a un cuerpo armado, donde cualquier valor de los enumerados anteriormente es considerado anacrónico, superado, fuera de lugar o “casposo”, como les gusta llamarlo a tantos seres descarriados, que han elegido el camino equivocado en su vida?

Pues justamente por ello, porque nuestra sociedad ha perdido todos y cada uno de los valores fundamentales que deberían regir nuestras vidas. Higiene física y psíquica, esfuerzo, obediencia, fidelidad, honor…, todo ello son atributos del ser humano que han sido extirpados de nuestro cuerpo y nuestra alma, y han sido sustituidos por todo lo malo que pueda uno imaginarse. El egoísmo, la avaricia (o cualquiera de los demás pecados capitales), la holgazanería, la violencia gratuita, la picaresca, la suciedad, la egolatría y hasta la multilatría, la superficialidad, la inmediatez, el odio, el sexo sin amor…, en resumen, el MAL en mayúsculas, un compendio de pecados y defectos que ocuparían bastante más que todos los artículos de la cartilla de los guardias.

Y si a esto añadimos la maldad de los gobiernos actuales (no solo del PSOE, sino también del anterior del PP), cómplices ambos, cuando no representantes de Satán en la tierra, que han hecho y hacen todo lo posible para denigrar, apartar, humillar, engañar, maltratar y desprestigiar a la Benemérita, pues no podía haber mejor momento para loar a este admirado cuerpo.

Si repasamos todas las acciones u omisiones protagonizadas por los sucios políticos contra la Guardia Civil, podríamos llenar toda una enciclopedia. La mayoría de estas acciones por cesiones al separatismo, al nacionalismo y al terrorismo, esos tres ismos que en esta aciaga época, desde su injusta y desproporcionada representación parlamentaria, condicionan la realidad política y la propia existencia de los alternantes gobiernos, por lo que se convierten en simple moneda de cambio para contentar a los enemigos de España, a cambio de unos contaminados votos que permiten al déspota o al inútil de turno mantenerse en el poder unos cuantos años, aprovechar su momento, enriquecerse, socavar nuestra sociedad y destruir nuestra patria. El maldito trueque de votos por maldades. Siete cabras por tu hija. Tus nueve votos por un trozo de nuestra historia, por un cacho de nuestra integridad, por una parte de nuestra alma.

Y, como en cualquier otro cuerpo, gremio o profesión, las cuatro ovejas negras, corruptas y cómplices, permitiendo la destrucción de la noble y gloriosa historia de la Guardia Civil. Incumpliendo todos los artículos de su norma de conducta. Sobre todo el artículo 1º.

La disolución de unidades especializadas y necesarias, la retirada de tierras españolas como las provincias vascongadas o Cataluña, la cesión de competencias, la no equiparación salarial, la acuciante falta de medios, el maltrato en general, que culminan en hechos tan tristes y graves como el asesinato de Guardias Civiles en Barbate, el castigo por ayudar en la DANA de Valencia, o la destitución fulminante por oponerse a un ministro del interior desquiciado, enfermo y malvado, cuyo único objetivo en la vida es hacer daño. Sobre todo a la Guardia Civil.

Encabeza este pequeño tributo el artículo 1º de la Cartilla de la Guardia Civil, y no puede haber nada mejor que cerrarlo con el último artículo del primer capítulo de dicha norma de conducta, tan apropiado, viendo lo sucedido en Valencia hace unos meses, y cuyo cumplimiento, como no, limitó, evitó y prohibió el maldito gobierno socialista.

Artículo 35: En las avenidas de los ríos, huracanes, temblores de tierra o cualesquiera otra calamidad, prestará cuantos auxilios estén a su alcance, a los que se vieren envueltos en estos males.


¡Viva la Guardia Civil!

¡Viva España!



viernes, 7 de febrero de 2025

Me repito más que el ajo

 


En una de sus siempre constructivas críticas a mis artículos, mi hermanito me remarcó ayer que “te repites más que el ajo”. Sin duda tiene razón, y mi argumento de que se trata de “mi línea editorial” solamente produjo una sonora carcajada y la sonrisa cómplice de mi sobrino (me imagino, ya que la conversación fue por WhatsApp, pero como si los viera a los dos, partiéndose el culo de lo pesado, monosabio y repetitivo que es el tío Ernie, sentados cómodamente en su trono de sabiduría y superioridad moral e intelectual. En fin, que sigo siendo la oveja negra, tonta y limitada).

Igual tendría que tomarme este comentario en serio y empezar a escribir sobre otros temas, aunque no sean de actualidad, no interesen a nadie y no me preocupen lo más mínimo. Podría por ejemplo dedicar unas líneas a la importancia de la metodología Lean Six Sigma en la gestión de proyectos, o quizás dedicar unas líneas a comentar mis últimas lecturas, como “Eso no estaba en mi libro de historia de la Primera República, de Javier Santamarta, o “Francisco de Cuéllar: Capitán de la Gran Armada”, de Manuel Cebrián, pero no soy muy dado a comentar libros, prefiero que cada uno elija sus lecturas y saque sus conclusiones. En cualquier caso puedo recomendarlos, lo que hago de ambas obras desde aquí y en este momento. Quizás sería interesante que comentara los problemas reproductivos de algún animal en peligro de extinción, o describiera los evidentes peligros que causan las ventosidades de las vacas al medio ambiente, pero sinceramente, no me siento Greta Thunberg ni creo en las sandeces de supuestos expertos, que contradicen cualquier estudio serio y carecen de la mínima base científica. O, por qué no, podría dedicar un par de artículos a explicar como malgastar el dinero sin que se note (y mira que mi sueldo es más que correcto) y tener que pedir ayuda ajena por Bizum cada dos por tres, pero eso sería demasiado autobiográfico, y tampoco tiene mucho sentido airear mis defectos. Mejor resaltar mis virtudes, si es que las tengo, algo que muchas veces pongo en duda.

Otra opción sería dejar de escribir y simplemente reenviar memes de otras personas, cortos, eso sí, no vaya a ser que los 10 segundos de atención que presta la mayoría de la gente a los mensajes y publicaciones, se esfumen y mi comentario no llegue a su destino, caiga en saco roto y se esfume como el humo.

Pero, volviendo al ajo, que se repite en el estómago por una reacción química de no sé que componente y que, según dicen los expertos, se puede evitar quitando el corazón, escaldando los ajos y no sé qué otros trucos más: a mi siempre me ha gustado que repita, y seguiré comiendo el alioli como si no hubiera un mañana. A estas alturas ni me preocupa que repita, ni mucho menos el mal aliento, ya que la persona que más se acerca a mi es el presentador de cualquier programa de televisión, desde esa triste pantalla que tengo como única compañía en esta soledad no deseada que padecemos tantos boomers a punto de jubilarnos y, acto seguido, porque encima soy gafe y palmaré a las primeras de cambio, abandonar este mundo en paz dejando descansar a los demás.

No hay que ser muy perspicaz para entender que un columnista, aficionado o profesional, bueno o malo, se dedica a retratar la realidad, a comentar las últimas noticias, que es lo que el público demanda. Escuchando la radio, no veo que los famosos locutores de las principales emisoras hablen de los problemas del oso polar para encontrar pareja, ni escucho por las noches a los comentaristas deportivos alabar las últimas jugadas de los maestros de curling nórdicos, por no hablar de los titulares de prensa matinales, que por lo que me consta normalmente no versan sobre las erupciones cutáneas de una tribu neozelandesa, ni sobre la profundidad necesaria de los pozos de agua en los países del Sahel.

Lo que si veo, oigo y leo son noticias sobre corrupción, sobre mentiras, sobre comisiones y putas, sobre leyes injustas y asaltos al poder, sobre dictaduras encubiertas, maldades de las mafias europeas y violaciones y asesinatos a manos de violentos inmigrantes por toda la geografía nacional y europea. Y se repiten, hora a hora, día a día. Como el ajo.

Viva pues el alioli. O “all i oli”, ajiaceite, ajoaceite o ajolio. Que está de muerte.

jueves, 6 de febrero de 2025

El túnel del terror rojo

 


Otra noche mas que no duermo.
Otra noche mas que se pierde.
¿Que habrá tras esa puerta verde?

La puerta verde, Los Nikis, 1986.

 

Mis tan queridos Nikis ya se preguntaban en 1986 que habría tras la puerta verde, versión inmortal de la canción original de Jim Lowe y los High Fives de 1956, y yo, ahora, casi cuarenta años después, me pregunto qué habrá al final del túnel rojo. Si es que tiene final, claro. Porque una pesadilla clásica es entrar en un túnel interminable, al igual que caer de un edifico y no llegar jamás al suelo o en el mejor de los casos estamparte cual merengue en una fiesta infantil.

Porque, si lo pensamos bien, estamos todos metidos en un túnel sin fin, un túnel excavado en las entrañas de nuestra patria, un túnel más terrorífico que el de la bruja de cualquier feria de pueblo y bastante más largo que el túnel de San Gotardo que atraviesa los Alpes. Y es un túnel de un color rojo oscuro, tanto como el alma de sus constructores, que son nada más y nada menos que los socialistas, encabezados por un tirano psicópata y su corte de lameculos, lacayos, cómplices y aduladores, Y votantes, para mayor desgracia nuestra.

Leyendo últimamente a los pocos columnistas, escritores, pensadores, historiadores y políticos que me aportan algo, entre ellos, como no, Hughes, Juan Carlos Girauta, Iván Vélez, Gabriel Albiac, Enrique García-Máiquez o Jorge Buxadé, por citar algunos, noto un cierto optimismo, como si vieran alguna luz al final de esa pesadilla que estamos viviendo en el mundo occidental en los últimos 20, 30 y hasta 40 años. Sinceramente, no comparto ese optimismo, quizás cansado ya de soñar despierto, pero si algo tienen estas personas preparadas, sabias, cultas y conocedoras del pasado y de la triste realidad actual, es que saben mucho más que yo (por eso les leo, porque para escuchar o leer sandeces no tengo tiempo, la verdad. Ni para ver telebasura, telediarios sectarios, programas soeces y bastos o escuchar supuesta música que no es más que ruido de obra con letras simples y sucias).

Volviendo al interminable túnel rojo en el que nos encontramos, los sobresaltos, las trampas, las cascadas, las curvas y los súbitos descensos que lo jalonan en forma de continuos (y supuestos) delitos de los monstruos que lo pueblan y que nos asaltan a cada curva, son incontables.

¡Ojalá hubiéramos tenido un túnel de la bruja de esta duración en nuestra infancia! Porque como bien recordamos todos, siempre se nos quedaban cortas las atracciones, ya fueran en el parque de atracciones del Tibidabo en Barcelona o en cualquier otro espacio de ocio y diversión para los pequeños (y no tan pequeños: yo volvería a montarme sin pensármelo dos veces en cualquier atracción, en la montaña rusa, en la Atalaya, en los autochoques, y disfrutaría como un enano en el salón de los espejos).

Si no es un familiar del tirano, disfrazado de director de orquesta, que nos intenta atizar en una curva con su larga y deformada batuta, un ridículo ministro de asuntos exteriores disfrazado de bedel y  convertido en un cazador de herejes al credo único de Dios Sánchez, blandiendo su espada justiciera por habernos dormido en una larga recta del túnel, una asesora del asesor del jefe de gabinete del jefe de gabinete de una histérica ministra gritando desde un foso cual posesa y en un idioma ininteligible, una vicepresidente iletrada que nos aterroriza desde el techo con sus deformes ubres caídas y su desconocimiento de la lengua española (y de cualquier otra cosa), un ministro de Justicia empeñado en acabar con la democracia a martillazos en cualquier recoveco, otro ministro aficionado a las chicas de compañía saludando desde una oscura ventana, es cualquier otro terrorífico espécimen de los componen el circo ambulante gestionado desde las cloacas de la Moncloa.

Pero la gran diferencia entre los túneles del terror o los castillos de la bruja de nuestra infancia, en los que nos adentrábamos voluntariamente (o casi), previo pago del tique preceptivo por parte de nuestros padres o abuelos, en este siniestro túnel rojo del terror nos han metido obligatoriamente, sin darnos la opción a negarnos a subir a la vagoneta, ponernos el cinturón y sufrir su interminable recorrido.

¿Tendrá algún final esta desagradable atracción de feria cutre, insegura y trasnochada?

¿Saldremos vivos de este parque de atracciones que más parece la parada de los monstruos?

Como siguen cantando los Nikis: No descansaré hasta saber que hay tras la puerta verde”.

O al final del túnel rojo oscuro por el que estamos transitando.

martes, 4 de febrero de 2025

¿Salvar a España, una quimera?

 


“Un pueblo que elige a corruptos, impostores,
ladrones y traidores no es víctima, es cómplice”.
Apócrifa.
 (atribuida sin pruebas a George Orwell)

  

Los románticos, los soñadores, los que nos autoproclamamos guerreros, los patriotas de corazón, solemos agarrarnos a bonitas frases, a la añoranza de épocas imperiales, a gloriosas batallas ganadas, al recuerdo de idealistas luchadores (muertos la mayoría en el intento), a banderas al viento y águilas volando, a himnos que hablan de grandeza, libertad y justicia, pero todo esto, por mal que nos pese, no son más que bonitos recuerdos y sueños imposibles. Un poco como aquella novia que nunca conquistamos pero con la que seguimos soñando.

Y sí, es frustrante, y mucho, pero si no ponemos los pies en la tierra y asumimos que vivimos en otra época, que las condiciones geopolíticas, sociales, culturales y económicas nos imponen un corsé imposible de desabrochar, una camisa de fuerza de la que es imposible zafarse, poco conseguiremos. Salvo acciones radicales, como abandonar la fétida Unión Europea, aunque visto el desastre del Reino Unido, igual tampoco sea la mejor opción.

Todos somos conscientes de que la dictadura de Bruselas está por encima de cualquier intento de defender las patrias, véase lo sucedido en Polonia, en Rumanía o la asfixiante presión contra la mayoría social representada por la AfD en Alemania, todo debido a la connivencia de populares y socialistas, tanto en Europa como, para desgracia nuestra y sobre todo, en España.

Si analizamos la situación en nuestra patria, es para echarse a llorar. Existe una oposición real, sin duda, y se llama VOX. Que la juventud se ha dado cuenta de toda la farsa y maldad de los partidos mayoritarios, y opta por este partido, también es verdad. Pero ¿adónde vamos con los pocos votos de los jóvenes, cuando nuestro pirámide poblacional asemeja un botijo, una peonza o la deformada figura de Cristina Almeida, aka Sofía Loren?

¿Cómo vamos a salvar nuestra patria si los dos principales partidos se reparten el poder, con sucios acuerdos detrás del escenario?

¿Cómo vamos a salvar a España si el teórico primer partido de la oposición le ríe las gracias a un tirano, y mantiene, ahí donde triunfa, todas y cada una de las demenciales leyes impuestas por Europa o por el PSOE?

Y, sobre todo, cómo vamos a salvar nuestra amada tierra si tenemos más de 16 millones de borregos que votan a uno de los dos miembros de la diabólica coalición PPSOE?

No escribo esto para desanimar a nadie, válgame, Dios, simplemente intento que todos abramos los ojos, incluyéndome a mí, y pensemos en alguna salida a esta encrucijada.

Claro que suena esperanzador, por ejemplo, que 13 fiscales se subleven contra el Fiscal general de Sánchez, pero hay otros 23 que no lo han hecho. Y nos llena de optimismo que comunicadores como Javier García Isac, Luis del Pino, José Javier Esparza y muchos otros mantengan alzada la bandera de la verdad y el sentido común, y se preocupen de verdad por el futuro de nuestra nación, pero el noventa y pico por ciento de la población ni sabe que existen. Como mucho conocerán a Carlos Herrera o Carlos Alsina, y con estos dos no vamos a ninguna parte. Por no hablar de las cadenas de televisión, encargadas de engañar, atontar y sobre todo guiar a las ovejas hacia el profundo precipicio que asoma al final del camino.

¿Hay esperanza? Quizás. Eso no se pierde nunca. Ni con las casi novias de esos dulces veranos que siguen rondando nuestras cabecitas. La irrupción de Trump, el apoyo de Elon Musk, la guerra abierta contra el cáncer woke que está dando sus primeros y esperanzadores resultados, nos llenan de ilusión, sin duda.

Pero esta evolución no es trasladable de ninguna manera a Europa, a la Unión Europea. Por lo menos a fecha de hoy. Los burócratas de Bruselas tienen todo atado y bien atado, hacen y deshacen, mienten y destrozan las economías europeas, anulan su libertad, combaten nuestras creencias, reniegan de sus raíces cristianas, abren la puerta al mal en forma de degeneraciones varias, de invasiones foráneas, de cesiones a los enemigos declarados de nuestra civilización, y tienen la sartén por el mango, controlan el parlamento europeo y legislan en contra de todos nosotros. Y sacar del poder a toda esta gentuza nos va a costar muchos años.  Muchísimos.

Y eso significa que muchos de nosotros no volveremos a ver salir el sol, ni reír la primavera. Ni a tener novia.

Lo siento, hoy me he despertado pesimista. Mañana será otro día.

jueves, 30 de enero de 2025

Sandías y melones

 


Aunque la época ideal para estas dos frutas tan populares en nuestro país y en todo el arco mediterráneo, sean los meses de mayo a octubre, en España se ha obrado el milagro, y las podemos consumir cualquier día del año. Y no hablo de nuestra inmensa agricultura, antes líder mundial indiscutible y hoy en día en peligro de extinción por culpa de los malditos burócratas de la Unión Europea y la sumisión e incapacidad de nuestros gobernantes del partido único PPSOE, ni tampoco me refiero a las importaciones de los productos tóxicos de Marruecos y demás países.

Por desgracia para todos nosotros, para nuestro presente y nuestro futuro, estoy hablando de personas, más bien personajes, mutados en fruta caduca, insalubre y hasta dañina. Me refiero, como bien entenderéis, a los incapaces, traidores y ridículos dirigentes del Partido Popular.

En la huerta particular de Génova 13 de ese supuesto partido de la oposición, estas frutas antaño tan apetecibles se han convertido en productos claramente tóxicos, imposibles de digerir, causantes de diarreas y vómitos, y que a la larga pueden llevar a la muerte de aquel que las consume. Será por los abonos que usan, por la falta de cuidado, por regarlas con orines en vez de agua pura, por usar tierra seca y caduca o simplemente por ser estéril el suelo sobre el que han sido plantadas.

Tenemos por un lado a las sandías, verdes por fuera (con su discurso alineado con la Agenda 2030 y demás sandeces progres), y rojas por dentro (apuntadas a todas y cada una de las sandeces que lanzan los progres), y tenemos a los melones, en otros tiempos dulces, sabrosos y ricos en agua, vitaminas A, B, C y E, ácido fólico, fibra, calcio, hierro y potasio, y hoy en días más vacíos que el cerebro de Yolanda Díaz. Por algo será que melón, usado como insulto, equivale a ser un bobo, un necio, un torpe, un ceporro o un mendrugo (RAE dixit).

La cosecha anual de estos seres mutantes, de estos hombre-fruta del Partido Popular, ha ido empeorando cada año, con sandías tóxicas como Esteban González Pons o Borja Semper, y melones deformados como Cuca Gamarra o Elías Bendodo, hasta llegar al melón mayor, la mutación más terrible que ha sufrido nuestra tan amada fruta, el ceporro más grande que ha salido de esa huerta tan dañina de la calle Génova, el inútil, cobarde, antiespañol, sumiso y traidor Alberto Núñez Feijóo, que bien podría haberse quedado en su taifa gallega, luchando contra España desde su incultura y su flaccidez mental, abriendo el camino al tóxico nacionalismo, que intentando emular a los dementes catalanes y los cabezudos recogenueces de la ficticia nación vasca, está en un tris de acabar también con nuestra gran tierra gallega. Y con España, ya sea como falsa oposición o gobernando, aunque no veo yo a un gobierno de mutantes sandías y melones.

No voy a entrar en detalle sobre lo sucedido con el decreto ómnibus, mutado a los pocas horas en microbús, pero finalmente aprobado por el partido único, el PPSOE, con el ridículo absoluto de las frutas mutantes de la estéril huerta genovesa.

¡Qué desgraciados somos los españoles, que en vez de tener Melonis, tenemos insalubres sandías e inútiles y tóxicos melones!

 

viernes, 24 de enero de 2025

Los delfines de río

 


El delfín de agua dulce, también conocido como delfín de río, es un cetáceo que habita en las cuencas de los ríos Orinoco y Amazonas en Colombia, Bolivia, Brasil, Perú, Venezuela y Guyana.

Hasta aquí mi interés por este cetáceo. Vamos a lo importante.

Muchos de nosotros volvimos a disfrutar durante las pasadas Navidades de la excelente película “Quo Vadis”, un relato sobre el emperador Nerón que se mueve entre la historia novelada y la novela histórica, y que relata las locuras y maldades de dicho emperador romano, la persecución de los cristianos, la corrupción y la demencia del personaje y la destrucción del orden social que tanto cuidó y protegió su antecesor, Claudio. ¿Nos suena a todos verdad? No la película, que también, sino el carácter, la demencia, la cobardía y la maldad del protagonista. 

¡Bingo! Acertaste, querido lector, estoy obviamente hablando del tirano que nos ha tocado sufrir, del endemoniado Pedro Sánchez. A su lado, salvando las distancias, Nerón me parece un santo: "Nero, vir sanctus", en latín. Hasta estoy seguro de que cantaba mejor que David Azagra, el hermanísimo, toca el piano. Aunque esto sea una suposición: lamentablemente no tenemos grabaciones de los alaridos de Nerón mientras ardía Roma. Pero la “Danza de las chirimoyas” sí que la he podido sufrir. Si tenéis problemas para ir de vientre, aquí tenéis la obra magna. El Opus nº 1 del hermano del número uno. Aunque mejor que tiréis de Micralax o cualquier producto equivalente.

A Pedro Sánchez y su camarilla se le ha ido la olla definitivamente. Sus últimas actuaciones no tienen nada que envidiar a los desmanes del ya santificado Nerón: cometer delitos y tropelías y echar la culpa a los demás, como en el engañoso decreto Ómnibus que simplemente ha sido un intento de colarnos los favores que debe a la chusma que le mantiene en pie, con verdaderas necesidades sociales. Y todo ello con la pérfida intención de poder tirar balones fuera, echar la culpa a todos los demás, lanzar una falaz campaña publicitaria en sus medios, a los que acaba de regar con otros 162 millones de euros (¿A cuánto asciende la ayuda para la ELA? ¿Cuánto dinero ha llegado realmente a los afectados por la DANA? ¿Cuántos habitantes de la Isla de la Palma ha recibido ayuda? ¿Cuántos Guardias Civiles están equipados correctamente para cumplir con su deber?...), y, cuidado, hasta es capaz de convocar en breve unas nuevas elecciones, ahora que ya controla todo aquello que pueda servir para manipular el resultado: Correos, Indra, Telefónica, RTVE, CIS, prensa escrita y Tribunal Constitucional. Todo atado y bien atado.

“Fueron los cristianos los que quemaron Roma” gritaba el psicópata Nerón, “han sido el PP y otros los que os han dejado sin subida de las pensiones y sin billetes de transporte subvencionadas”, exclama iracundo y poseído Pedro Sánchez, mientras que sus ministros y sus voceros lo proclaman a los cuatro vientos como dogma de fe.  La historia se repite. Aunque los que rodean al tirano en nuestro caso no son Séneca, Tigelino o Petronio, sino Bolaños, Patxi Nadie (como bien lo llama Girauta) y sus 1.000 asesores que trabajan a destajo para cambiar la historia, para convertir en negro lo que es blanco, en líquido lo que es sólido, en verdad lo que es mentira.

Porque todo, absolutamente todo lo que sale de la sucia boca del presidente del Gobierno, es falacia. Hasta su fecha de nacimiento cambia entre un documento oficial y otro. Como ya he escrito otras veces, algún día nos sorprenderá diciendo que no se llama Pedro. Y que Begoña no es su esposa. Tiempo al tiempo.

Se acercan tiempos muy complicados, que dejarán el incendio de Roma en una simple anécdota. Porque lo que está incendiando el maldito demente Pedro Sánchez no es solamente una ciudad: está arrasando con toda una nación, con su campo, su industria, su pesca, su turismo, su libertad, su seguridad, manipulando su pasado, haciendo insoportable su presente y liquidando su futuro.

¡Despertad, españoles, despertad de una maldita vez! Que esto se va al garete. A la deriva. Por el sumidero. A la mierda.

Arde España, y no hay suficiente agua para apagar este terrible incendio.

Ni para que sobrevivan los delfines de río, que siguen sin importarme un pimiento.

Lo que me importa es mi patria.

jueves, 16 de enero de 2025

La Francostela

 


Ahora que estamos en pleno Año Francobeo (no sé quién acuñó esta acertada expresión, pero, por lo que veo, su primera aparición en X fue el 11 de diciembre del año 2024), todos los socialistas, los vividores del sistema, los paniaguados periodistas, los cómplices en la judicatura, los vendidos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los militares traidores, los inútiles ministros, criminales y corruptos todos ellos, y, sobre todo, los familiares de Pedro Nicolás Sánchez Maduro, andan locos por sellar su credencial y conseguir su ansiada Francostela, ese certificado de fidelidad al líder máximo que confirma haber mentido como mínimo 100 veces en el último año, o en su defecto haber cometido suficientes delitos para ser merecedor de la recompensa, de la indulgencia plenaria que en este caso no es más (ni menos) que poder seguir robando, mintiendo y viviendo del cuento a costa de los impuestos de los españoles, mientras nuestra patria muere poco a poco.

Y no estoy lamentándome como Jeremías, sino más bien redactando una clara y rotunda filípica, con el necesario propósito de que mis lectores abran los ojos de una maldita vez. Y con una segunda y obvia intención, cagarme en los muertos del tirano Sánchez.

Por desgracia, y ante el desconocimiento de la historia y la realidad por la mayoría de la población española, inculta y manipulada como pocas, hemos llegado a un punto sin retorno, como les pasó con anterioridad a los cubanos hace más de 60 años, a los chinos y norcoreanos hace ya 76, a los venezolanos hace 26, a los nicaragüenses hace 13 y a otras tantas naciones que sufren sanguinarias dictaduras por el mundo. Y no quiero hablar aquí de la dictadura globalista de la Unión Europea, ya que daría para escribir un libro entero.

En España nos salvamos por los pelos de caer en las garras del terrorífico sistema social-comunista en 1939, pero pasados 86 años de la victoria del bando nacional, volvemos a estar a un paso de convertirnos en esclavos de un psicópata, de un autócrata sin escrúpulos, de un mentiroso compulsivo, de un ser maligno, de un Largo Caballero renacido, de un criminal, de un tirano. Hablad con cualquier cubano o venezolano en el exilio, que ellos ya han pasado por este trance, ellos vienen del futuro montados en su DeLorean DMC-12 para advertirnos de lo que nos espera si no le ponemos remedio con urgencia. Con máxima urgencia.

Lamentablemente, no todos leemos medios libres como la Gaceta o el Debate (más aún, la inmensa mayoría de la población no lee), o escuchamos Informa Radio o Radio Libertad, o vemos el Toro TV. Somos una minoría entre los 48 millones de españoles, por no hablar del micro mundo de las redes sociales, en las que en nuestra inocencia creemos ver una reacción y una gran cantidad de personas que piensan lo mismo, cuando somos simplemente y por desgracia un minúsculo grupo de correligionarios unidos por un algoritmo.

No nos llevemos a engaño con nuestros tan valiosos comunicadores en X, los columnistas de La Gaceta o El Debate, los grandes profesionales de Informa Radio o del Toro TV y sus 50.000 o 100.000 seguidores: por cada uno de nosotros, idealistas, sanos, formados, preocupados y luchadores, hay 200.000 garrulos en TikTok, 500.000 viciosos en Onlyfans y 1.000.000 de lerdos en Facebook. Ayer mismo vi las cifras de Onlyfans y da miedo y asco: hay unos 80 millones de hombres americanos usuarios activos, y el mayor accionista de la empresa gana un millón y medio de dólares ¡diarios!

Pero bueno: la esperanza no se pierde. Faltaría. Y sin duda, la victoria de Trump algo ayudará, igual que la presidencia de Milei, pero ambos nos pillan lejos. Europa ya no pinta nada en el mundo y España no pinta nada en Europa.

¿Y qué hacer?

Pues lo mismo que llevamos haciendo desde hace tantos años, trabajar, estudiar, comprender, compartir, enseñar. Haciendo proselitismo, siendo evangelizadores, luchando contra viento y marea.

Cambiando lo de armados por preparados, la frase de Ramiro Ledesma bien aplica hoy:

"España se salvará si aparecen cien mil españoles jóvenes, disciplinados y armados, cuyo propósito único consista en barrer del escenario nacional la voz de los farsantes y de los traidores".

Y hasta armados, si hiciera falta.

Y todos sabemos muy bien quiénes son los farsantes. Y los traidores.

Porque el tirano no se irá voluntariamente. Eso lo debemos tener muy claro.

Y España no es un lúdico “escape room”, una de las “actividades” previstas por el tirano para su Año Santo Francobeo. Porque este tipo de atracción tiene una salida, aunque a veces cueste encontrarla.

Pero las checas no tienen salida. Y España está a punto de convertirse en una inmensa checa.

Y de las temibles checas, tan queridas y usadas por socialistas y comunistas, solamente se sale de una manera: con los pies por delante.

jueves, 5 de diciembre de 2024

Corruptly

 


Como muchos sabéis, está en marcha un precioso proyecto de creación de un juego de mesa basado en la batalla de Cartagena de Indias de 1741, ergo de la grandeza de Blas de Lezo y los suyos, proyecto que podéis apoyar aquí.  Muchos más proyectos de este tipo tendrían que ponerse en marcha, para recuperar de una vez la verdad y la gloriosa historia de nuestra patria España. Y menos gilipolleces totalmente ideológicas como la lengua andaluza, la extremeña y demás dislates del wokismo hispano. Que como todos sabemos siempre implican como mínimo un chiringuito y muchos cargos. Más cargos. Como si no sufriéramos ya la mayor plaga de vividores y garrapatas de todo el planeta.

Llevado esto de los juegos a un plano más simple, más mundano, más actual y sobre todo más instructivo, el otro día se me ocurrió un juego altamente educativo, candidato a ser desarrollado, comercializado y hasta impartido en falsas cátedras y sedes socialistas de ambas tendencias, las del PSOE y las del PP: el Corruptly.

Una variante del conocido Monopoly, pero más cercano a la realidad de la mafia “La Rosa Nostra” que dirige España. Con sus procesos, sus trucos, sus protagonistas, sus comodines, sus transportes, sus propiedades, su omertá, su jerarquía…

No soy nada experto en juegos de mesa complejos, me quedé en las recreaciones de batallas de la mítica Avalon Hill, pero podría contener elementos como los siguientes:

·       Personajes a elegir: Pedro, Begoña, Ábalos, Aldama, Marlaska…

·       Poderes a adquirir: Medios, Instituciones, Juzgados, Empresas, ONGs, agencias, cargos en Europa

·       Trucos secretos: Traiciones, emails, Whatsapps, Facturas, filmaciones en las saunas

·       Comodines: (de menor a mayor) Clima, Machismo, Ayuso y Franco

·  Refugios: (de menor a mayor) Lupanares, empresas públicas, embajadas, República Dominicana   

A partir de aquí, el funcionamiento del juego sería simplemente recrear la realidad de los pasos de cada uno de los protagonistas. De casilla en casilla, usando sus trucos, los protagonistas irían adquiriendo poderes, cayendo a veces en la cárcel, para salir de nuevo usando de nuevo trucos, o saltando de avión en avión, avanzando a los demás. O tirando de comodines. Al final, el tablero de España estaría cubierto por las corruptelas de los protagonistas, ganado aquel que mejor hubiera engañado a los demás, tal como muestra la imagen que encabeza el texto, creada por la IA de Grok.

Quizás suene muy gracioso, hasta infantil, pero si lo pensamos de forma objetiva, con los datos en la mano, esto del Corruptly es lo que está pasando en España.

Y la partida la están ganando ellos.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Y se irán de rositas




se premia el robar y el ser sinvergüenza.
En España se premia todo lo malo.”
(Ramón del Valle-Inclán, Luces de Bohemia)

 

Últimamente vuelven a alzarse muchas voces contra el “régimen del 78”, esa pseudo democracia que nos impusieron y que por lo tanto no “nos dimos”. Por mucho referéndum y muchas mayorías que esgriman los defensores del régimen que sufrimos, cualquier análisis objetivo de lo sucedido en España desde aquel nefasto 6 de diciembre de 1978, deja bien claro que esto no es ni por asomo lo que tan felices y eufóricos nos prometíamos. Porque, recordemos, la pregunta de dicha consulta popular, «¿Aprueba el Proyecto de Constitución?», ya implicaba un marco tan amplio, un campo de juego tan ancho como largo, para que una parte de la sociedad, a la que ahora llamamos casta, se lanzara sobre el pastel y comenzara a consumirlo, poco a poco. Sin prisas pero sin pausa.

Si quisiéramos listar aquí y ahora todas las faltas y delitos, robos, secuestros, asesinatos, mentiras, corruptelas y complots urdidos y ejecutados por los respectivos partidos políticos en su alternante turno de desgobierno, nos haría falta una buena enciclopedia Salvat, de esas de lomo verde oscuro y letras doradas, tomos que decoraban en otras épocas nuestros salones, y que, válgame, Dios, hasta había gente que abría para consultar esa o aquella palabra. Una enciclopedia que hoy en día precisaría varios tomos adicionales para describir la intrínseca maldad en las taifas, digo las autonomías, esos nidos de violencia, de racismo, de clasismo y de la corrupción más sofisticada, más continuada y, oh sorpresa, la menos perseguida o penada. Algo entendible, cuando nuestro a todas luces injusto sistema electoral premia a las minorías violentas y chantajistas, ese sucio sistema de votos privilegiados que les entregó en bandeja todos los comodines para explotar al gobierno de turno con amenazas, con violencia, o simplemente con no darle sus votos para seguir gobernando. Los ya conocidos siete votos del psicópata Sánchez.

Pero lo preocupante no es esta corrupción institucionalizada, ejercida por todos los partidos que tocan poder (a VOX no le ha pasado aún; Dios quiera que continúe así), este aprovechamiento del dinero y del mal ajeno (como bien se ha visto en las recientes y criminales inundaciones en Valencia y en Castilla la Mancha), porque no tiene remedio.

Lo que verdaderamente nos tendría que despertar a todos, hasta el punto de alzarnos contra este carcomido régimen, lo intolerable y vomitivo, es que no pasa nada. Ni pasará. Nadie paga por sus delitos, por lo menos en el caso de los políticos. Algunos pocos han caído, han pisado la prisión, pero es una parte irrisoria de la masa corrupta que nos dirige. Sean del Psoe rojo o del PPsoe azul, como bien dijo Miquel Giménez recientemente, aquí ya no hay derecha ni izquierda, aquí lo que tenemos en un lado es el mal, la corrupción y la mentira, y en el otro lado la verdad, la justicia y el sentido común. Y en ese lado oscuro, siniestro, inútil y malvado están los partidos políticos, las mafias dedicadas a robar, colocar, enchufar, malgastar, destrozar todo lo que tocan, mientras que alegres y felices se dedican a la “dolce vita”, viajando, puteando, fiesteando, bebiendo, comiendo y drogándose.

¿Cuánto más aguantaremos, queridos compatriotas?

¿Qué tiene que pasar en esta antigua nación para que dejemos de lado el móvil, nos calcemos las alpargatas, cojamos un fusil (en sentido figurado), y acabemos con esta plaga de malvados, ignorantes y dementes criminales?

Escribía ayer Carmen Alvarez una preciosa columna sobre el otoño, según ella el mes del amor verdadero, a lo que yo añadiría que el amor más importante, el que engloba todo y a todos, a las parejas, a los padres, a los ancestros, a los hijos, a los compañeros, a los camaradas, a los empleados y a los superiores, al paisaje, a los monumentos, al campo sembrado y a la fábrica activa y humeante, al pescador y al obrero, al médico y al profesor, al soldado y al general, el amor que abarca todo y que solamente aspira al bien común, es el amor a la patria. A España. 

Y es por lo tanto este mes de otoño, este noviembre nacional, el que tiene que hacer brotar nuevamente ese profundo amor que España precisa en estos momentos.

Sin romanticismos y cursilerías: el amor verdadero se demuestra luchando. Por la verdad, por el pueblo, por España.

¿Dejaremos que vuelvan a librarse de sus delitos todos estos malvados criminales?

¿Seguiremos murmurando como el sepulturero en Luces de Bohemia, que “en España el mérito no se premia, se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo”, sin hacer nada para solucionarlo?

¿Dejaremos que se vayan de rositas?

  

martes, 5 de noviembre de 2024

La calle del olivo


Por la calle del olvido, vagan tu sombra y la mía
Cada una en una acera, por las cosas de la vida
Por la calle del olvido, donde nunca brilla el día
Condenados a una noche, tan oscura como fría.
Enrique Urquijo. Los Secretos

 

Lo que va de una letra más o menos, de olvido a olivo, cambia todo. De la tristeza del olvido del pueblo de Valencia por parte de todas las autoridades, inmersas en sus luchas competenciales y partidistas, con altos cargos y cuadros plagados de inútiles, de familiares, de seres de cuota, de vividores, al esperanzador olivo de una calle en Arganda del Rey, donde la juventud española se alzó contra la tiranía política y su tóxico bipartidismo y contra la tiranía mediática del todopoderoso tirano Sánchez Castejón.

Después de una semana de la llegada de la gota fría a Valencia, nada ha cambiado. Los políticos negociando y mintiendo, los militares wokizados diciendo sandeces, y el pueblo sufriendo su atroz abandono. Siguen en el olvido, siete días después.

Mientras tanto, en un polígono industrial de Arganda del Rey, en la calle del Olivo número 28, la juventud de VOX y de otras asociaciones, convocada por redes sociales, por conocidos tuiteros, por gente anónima, `por patriotas, en resumen, se congregó de forma masiva, aportando material y esfuerzo, simplemente por solidaridad, por amor al prójimo, por bondad. Por ser españoles de corazón.

Podría alargarme ahora y maldecir a las ONGs, a RTVE, a los mentirosos de turno, a la inmensa familia Adula (segundo apellido de todos los supuestos periodistas de los medios financiados desde la Moncloaca), pero no vale la pena.

Esto no es más que un sentido y agradecido homenaje a esta juventud española de la calle del Olivo, que nos hace soñar que no todo está perdido y que España permanecerá.

Lo que va del olvido al olivo. Del mal al bien.

Del mezquino y egoísta olvido de la chusma siniestra y sucia, al olivo de paz y prosperidad, de la resurrección y la esperanza de la noble y bella juventud española.


Muchas gracias, compatriotas.

 

Por la calle del olivo, van los jóvenes unidos
Con las palas en la mano, con su esfuerzo y su estilo
Por la calle del olivo, donde encuentran su destino
Los jóvenes de una España, que despierta con orgullo.
Ernesto.