martes, 7 de octubre de 2025

Donde empieza la Reconquista


En el lejano año 722 empezó en Covadonga la primera gran cruzada contra la bárbara y sangrienta invasión musulmana. Algo que hoy en día se oculta a los niños y a los jóvenes, se omite en los libros de enseñanza y, como no, en los medios mainstream sumisos al mal globalista, al buenismo mal entendido y a los intereses de las peores mafias internacionales, la ONU, la UE, el club Bilderberg y demás entes conocidos u ocultos que manejan los destinos de nuestras patrias.

Pero gracias a Dios, la verdad y la historia no se pueden ocultar eternamente, por mucho que lo intenten los enemigos del cristianismo y de la verdadera Europa. Y en estos últimos años, la mecha de la libertad y la justicia ha prendido en las mentes de los europeos, que no son todos aquellos que poseen un documento que les acredita “oficialmente” como ciudadanos de tal país, sino que son aquellos que comparten una misma herencia cultural y espiritual. Y una Fe. 

No podemos desligar a Europa del cristianismo, igual que no podemos eliminar nuestras herencias griega y romana. Y en el caso de España, más aún, si cabe. Porque en esta nuestra santa tierra es donde se gestó y consolidó todo lo bueno que atesora el viejo continente, fundiéndose en el hispanismo avanzado, justo, descubridor e integrador, cuyo objetivo fue y seguirá siendo siempre, la búsqueda del bien, el avance cultural y científico y la implantación de la justicia social. Cualquier otra versión de la historia europea y española, es mentira.

Mentira alimentada por los enemigos de Dios y por los herejes del norte, hoy en día transmutados en absurdas instituciones autoritarias, sucios lobbies económicos y regímenes dictatoriales que desde la lejanía alientan la destrucción social y económica de Europa mientras subyugan y controlan a sus propias poblaciones.

Y ese fuego que empezó en Covadonga, que siguió con las Cruzadas, vuelve a iluminar nuestra vida. Los ciudadanos de Europa han despertado, las campanas tocan a rebato, las trompetas suenan en valles y llanuras, y no vamos a dejar que nos arrebaten miles de años de evolución, de cultura, de avances sociales y culturales, permitiendo la invasión del mal con ridículos pretextos que solamente intentan ocultar la incapacidad de los gerentes actuales de Europa, que parece que solamente están ahí para acabar con nuestra casa común.

Malvados liquidadores de empresa puestos ahí para desmontar todo lo construido durante los dos últimos milenios, para imponer el mal al bien, para crear una sociedad de esclavos a las órdenes de élites económicas que no ha elegido nadie, y que solamente buscan su beneficio personal.

La reconquista empieza conociendo la historia y entendiendo la situación actual, y continúa con la lucha por salvar nuestra herencia, nuestra cultura y nuestra Fe.

Y pasa, sin duda alguna, por la reproducción, por el aumento de los nacimientos, por la correcta educación de los niños y los jóvenes, por la enseñanza de la verdadera historia de Europa y por la lucha por la verdad y la justicia.

La reconquista empieza con Jimena.

Vaya por ella y por sus padres esta pequeña reflexión. 

Felicidades, pareja.

 

martes, 30 de septiembre de 2025

The Asper’s Tour 2025 (Camino de Santiago)




Seguimos viajando en dirección opuesta, hacia el Este, cuando nuestro destino está, como siempre, al Oeste. Es lo que tiene volver a empezar donde lo dejamos el año anterior: en Logroño, capital de esa comunidad autónoma más artificial que su propia bandera tutifruti. En fin, cosas del desgraciado régimen del 78 y el descuartizamiento de nuestra patria, sin ton ni son, al dictado de sucios intereses naZionalistas. Así nos va, con nuestro pasado tergiversado, nuestro presente enfangado y nuestro futuro claramente amenazado. Pero dejemos la política, que esto va de cosas serias. 

Caminamos pues de nuevo en dirección a Santiago de Compostela, donde nuestro santo patrón vela por el bien de España desde hace 1.212 años. Tarea por otro lado cada vez más difícil para el hijo de Zebedeo, que sin duda andará enfurecido viendo en lo que se ha convertido la sagrada tierra en la que predicó y luchó valientemente contra el bárbaro invasor musulmán. “Tanto esfuerzo para nada”, estará pensando, y hasta le veo planteándose su vuelta, montado en su caballo blanco, blandiendo la espada y entrando a sangre y fuego en el Palacio de la Moncloaca para acabar con los traidores a España vendidos al moro y a la mafia globalista. ¡Dios me oiga! Así, en vez de tatuarme las cabezas de moro que me faltan en el hombro, podría poner unos cuantos Saunez decapitados. 


La ida, miércoles 17 de septiembre

Empieza pues esta nueva aventura, que no es algo tan lúdico y estúpido como la flotilla del amor de Greta, Ada y sus secuaces pirómanos. Nosotros no estamos para infantiles movidas woke, cuyo propósito no es otro que dar la nota, visitar islas y calas, fumar porros, practicar sexo a destajo y jugar a bordo con las bengalas, para acabar peleados, despechada la Majareta y atacados por imaginarios drones. Para que nuestro demente presidente encima les mande un barco de guerra, no para su protección, sino para la distracción del respetable ante los juicios familiares que se avecinan. Nosotros preferimos lo serio: tierras patrias, caminos polvorientos y fondas, obviamente. De algo vive el hombre, digo yo.

Cogemos pues un autobús en Madrid, y siendo el destino Logroño en tiempo de vendimia, los blancos somos clara minoría en el pasaje. Como lo seremos pronto en calles, plazas y parques, si esta maldita y fomentada invasión continúa. Paradas en Almazán y en la querida Soria, y a las 12:15 del mediodía nos plantamos en destino, Logroño, prestos a disfrutar de las viandas y bebercios locales. A coger fuerzas. 

Nuestro estimado amigo y camarada Eduardo nos recibe, y disfrutamos en su compañía de una comida realmente exquisita, con caparrones locales, chuletitas, entrecot y unos increíbles pimientos asados pelados a mano delante nuestro. Un ágape de lujo, invitados encima (gracias, Eduardo), y con una charla como siempre interesante, agradable y apasionada. Nos unen filias y fobias, por lo que las palabras y las blasfemias fluyen a la misma velocidad que el excelente vino con el que acompañamos los platos. Una copa digestiva en el Café Bretón, despedida de Eduardo, visita a la iglesia de Santiago con la atenta ayuda de un carpanta portugués, tardeo en una terraza delante de la catedral, y retiro a la pensión para descansar de la siempre festiva jornada inicial. Mañana ya toca calzarse las botas, apretar los dientes y tirar hacia el oeste. Adelante, siempre adelante.



Logroño-Nájera, jueves 18 de septiembre, 29 km.

Después de una noche ruidosa debido a las ya iniciadas fiestas patronales de San Mateo y las pocas ganas de llegar a casa de cuatro borrachuzos apalancados justamente debajo de nuestra ventana, nos levantamos a las 5:30 y a las 6:45 estamos ya caminando. Se me escapó lamentablemente la llamada de Eduardo, que iba a incorporarse al grupo a la altura del pantano de la Grajera, y bien que me arrepiento, porque en vez de una buena conversación con el estimado camarada, se nos pegó una pareja de Zaragoza, montañeros avezados, y con unas ganas de hablar que producía mareos. Sobre todo al tratarse de la primera etapa, a primera hora, con el estómago vacío y la cabeza en otro lado. Imaginad como eran, que Edu los bautizó al poco rato de separarnos de ellos: los Plómez.


No nos daba tiempo ni a contestar, por no decir interrumpirle (solamente hablaba él, mientras que su pareja asentía cada tanto, suponemos que acostumbrada a la mortífera metralla). Ni que fuera el asedio al Alcázar de Toledo. Aunque el bombardeo nos sirvió para avanzar a buen ritmo unos cuantos kilómetros sin darnos cuenta, casi en trance intentando superar el castigo sonoro con pasos acelerados, y evitando con maestría la ingente cantidad de ciclistas que nos iban adelantando. Y así, sin casi darnos cuenta, hicimos 12 km en menos de tres horas, y a las 9:30 ya nos plantamos en Navarrete, con varias fotos de uno de mis queridos toros de Osborne, que bordeamos a escasos metros. La necesaria parada técnica incluyó la preceptiva tortilla, las cervezas y el primer y merecido descanso. 

Recuperados, enfilamos el bonito camino hasta Ventosa, sin que consiguiera identificar la roca donde en su día homenajeamos con una placa a Carlos Oriente (¡PRESENTE!). O bien la han quitado, la ha tapado la vegetación, o fue cosa mía, por andar ya mirando al suelo, contando los pasos como si llevara semanas caminando hacia el frente ruso. ¡Y es la primera etapa! Se notan los años. Cada vez más. 

En el merendero de Ventosa, ocupadas todas las mesas, un supuesto peregrino nos ofreció la suya, ya que partía en ese momento. Y digo “supuesto” porque nos quedamos los tres boquiabiertos al interpelarnos con un “anda, si lleváis la cruz del Celtiña” (por el escudo del Celta de Vigo). ¿Qué demonios cree este pájaro que está haciendo? Si no conoce ni la cruz de Santiago, que llevamos los tres, colgadas, bordadas en la mochila o la chaqueta y hasta tatuadas, me pregunto que hace aquí. Esperemos que la clara y completa explicación de Jaime le haya inducido a investigar un poco sobre lo que es el Camino de Santiago. Aunque lo dudo. 

Avanzamos hasta el alto de San Antón, donde nos recibió un dicharachero personaje, que resultó ser un músico, asentado ahí con sus instrumentos, su mujer Montse y su completo juego de instrumentos de música tradicional.  Un bardo de la vieja escuela, como ya pululaban por las aldeas en épocas pretéritas. Y sin llegar a ser tan estridente como Asurancetúrix, algo sí que chirrió la corta interpretación que nos hizo. Pero bueno, todo tiene su lado positivo, y gracias a sus explicaciones pudimos situar a lo lejos el escenario de la batalla de Clavijo del año 844, y hacernos una foto los tres, mirando hacia ese sagrado lugar que marcó un antes y después en la historia de la reconquista. Y que tuvo la estelar y determinante intervención de Santiago Matamoros en apoyo del rey Ramiro I de Asturias. ¡Santiago y cierra! ¡España!

El resto de la etapa fue un recorrido fácil, aunque se nos hizo eterno, y hasta las 16:20 no llegamos a Nájera, antigua capital de Navarra (o hasta Reino propiamente, como nos explica el siempre docto Jaime). Da gusto andar con personas que saben. Y que hablan solamente cuando toca, pero en ese momento, con propiedad y conocimiento. Jaime visitó el museo local, mientras nosotros descansamos y bebimos algunas cervezas. Tampoco muchas. Hasta en el consumo básico estamos un poco desfondados este año. Y eso que hemos pasado un calor terrible a casi 35 grados. Y tenemos ya el brazo izquierdo con un moreno estilo camionero. El tema de la paella popular que nos comentó Plomez, ni nos lo planteamos. Primero por llegar tarde, y segundo, porque con tal de evitar sus letanías, bien valía perdernos un arroz. Aunque fuera barato.  Cenamos pronto, hamburguesas “marranas” y una tortilla para mí, y a las 20:15 ya nos retiramos a descansar. Ha sido una dura entrada al tramo de este año, pero mejor así. La teóricamente peor etapa, superada.


Nájera-Santo Domingo, viernes 19 de septiembre, 23 km.

A pesar de estar la población en fiestas, la noche fue bastante tranquila. A las 6 ya estábamos en pie, tomamos un café antes de partir, y salimos a las 7. Llegamos sin mayores sobresaltos a Azofra a las 8:15, y paramos a desayunar. La calle principal, inundada por la familia de las bicis eléctricas. Si los ciclistas ya son molestos de por sí, faltos de educación, de civismo, de empatía y de respeto, lo de utilizar bicis potenciadas ya es el máximo del tan manido concepto de “turigrino”. Suerte que, como lee Edu por ahí, se van a modificar las normas de obtención de la Compostela para excluir a estos turistas, que hacen más daño que bien a esta ruta milenaria, que a base de masificación, simplificación y explotación, pierde año tras año su esencia y su verdadero sentido: se trata de una peregrinación religiosa, a la tumba de uno de los apóstoles de nuestro Señor, y no de una excursión lúdica para inmortalizarse en Instagram, molestar a los pocos peregrinos que andan por razones superiores, ocupar terrazas y merenderos y joder la marrana. Expresión que por cierto nada tiene que ver con la cerda hembra (aunque las de las bicis eléctricas lo parezcan), sino con bloquear o estropear el eje de la noria que provee de agua al campesino. Y en nuestro caso, bloqueando nuestro acceso a la tan necesaria cerveza, al copar todos los bares a la redonda. Pocas expresiones de nuestra amplia sabiduría popular tan apropiada como esta para describir a los falsos peregrinos. “Ni esfuerzo, ni fe, ni bondad, ni agua para los demás”. Abandonamos el bar, y nos paramos en el siguiente, a escasos 50 metros. Hacía falta comprar algo para el siguiente tramo, carente de posadas y refugios, por lo que no hubo remordimientos al tomarnos otro refrigerio malteado. Al rato de reemprender la marcha admiramos un rollo judicial de siglo XVI, cuya función no era solamente marcar la jurisdicción del lugar, sino que servía también, con sus picotas, para los ajusticiamientos de sentenciados. Igual convendría volver a su uso tradicional y colgar a alguno de los molestos ciclistas. O por lo menos sus modernas bicicletas. Como advertencia de que esto es una ruta de peregrinación religiosa, y no un entretenimiento lúdico deportivo para estúpidos turistas lectores del National Geopgraphic, tan tiesos que no pueden pagarse una viaje a otra parte, pero bien prestos a molestar a los peregrinos de corazón y de Fe. Si es que leen, claro, porque más bien me los imagino sentados delante de su televisor en su sofá de IKEA, viendo alguno de los canales adoctrinadores al que tan acostumbradas están todas estas ovejas iletradas, sumisas y pesadas. Insisto, hacen falta más picotas para acabar con tanto subnormal.

Aliviada la sed y recargadas las alforjas con fuet y pan, reemprendemos la marcha, y recorremos un tramo eterno, con una breve parada en una tubería que provee de agua los cultivos, en medio de extensos y preciosos campos en plena época de cosecha, parada a la que se unen dos asiáticos de cierta edad (nos cuesta a todos diferenciar japoneses y coreanos, más aún determinar su edad: de ojos rasgados, educados y silenciosos y de entre 50 y 90 años de edad).  

Hacia las 12 del mediodía llegamos al club de Golf de Cirueña (un destrozo paisajístico bastante protestado por los lugareños, como me comentó Eduardo O. el día anterior), donde paramos y nos atiende una camarera habladora pero un poco demacrada (nos imaginamos su pasado poco sano, sobre todo cuando nos comenta que las fiestas de los pueblos ya no son lo que eran y que ella no suele ir más allá del siguiente bar), y nos fijamos en dos peregrinos diferentes a los demás, uno de ellos con extraños tatuajes, y que responden a nuestras miradas con pareja curiosidad. Dejamos el bar, y a pocos metros Edu y Jaime se paran en un merendero para dar cuenta de las viandas. Yo decido continuar, una vez arrancado es mejor seguir. Que conozco mis debilidades. Y tampoco tengo hambre. Deambulo pues por la tan poco apropiada urbanización creada alrededor del club de golf, hasta que por fin enfilo una suave bajada. Empedrada, pero en descenso. Una de cal, una de arena. Un alivio que encima se ve recompensado por la repentina aparición de una bien parecida y simpática peregrina suiza, que convierte una tediosa media hora en una amena y hasta divertida charla. Resulta que la joven (45 años) es primeriza en el Camino, y se nota enseguida. Primero me pregunta por mi edad (me echa 10 años menos), después me pide permiso para tocar mi bastón, preguntando si es “sagrado” para mí, para a continuación explicarme que va sola hasta Finisterre, que busca su destino, etc. etc. Esas frases e ideas quasi woke que tanto mal han hecho al Camino. Ni fe, ni interés cultural, simplemente embobadas por haber leído a Paulo Coelho o por tener insuperables traumas. Esto es la versión malvada, en el fondo era una simple chica necesitada de caso y de cariño. Y divertida. Y hasta guapa, comparada con lo demás que habíamos visto hasta el momento. Disculpa Cathy, pero ando siempre un poco rabioso viendo los cambios en el Camino desde que empecé en 1999, y critico sin antes pararme a pensar un poco. La intolerancia rige mis pensamientos, o quizás sea la verdad. En cualquier caso, ese rato acompañado me hizo olvidar los dolores varios, el brazo quemado por el sol y los kilómetros que quedaban por hacer. Dankeschön. A las 14:40 nos volvemos a reagrupar a la entrada de Santo Domingo, y media hora después llegamos a la pensión. Bien situada, correcta en líneas generales, y a las cuatro ya bajamos al centro, que está a escasos 100 metros, a tomar un refrigerio en la plaza de la Alameda, mientras Jaime hace su visita cultural de rigor. Admirable su interés por todo. Y gracias a él aprendemos algo en cada etapa que recorremos. Visitamos la Catedral, sobre todo para ver al mítico gallo que cantó después de asado, y salimos decepcionados por el estropicio: un Jesucristo que parece Mickey Mouse y unas vidrieras que parecen más bien ventanas de un centro comercial de cualquier suburbio europeo. Con lo fácil que sería mantener las maravillas arquitectónicas de nuestro glorioso y cristiano pasado. Pero bueno, ya sabemos quién y cómo nos gobiernan: todo mal, todo al revés, todo contra la historia de España, todo a favor de la modernidad y la perniciosa globalización. Ya sea en una capital o en un antaño bello y místico enclave cristiano como Santo Domingo de la Calzada. Visto el desastre catedralicio, nos acercamos al albergue de la Cofradía del Santo, y la gentil hospitalera nos deja pasar para ver los gallos de reserva que son cuidados en el jardín del bello albergue, lleno a reventar y con varios peregrinos aliviando sus pies en pequeños pilones de piedra llenos de agua y supongo que sal (algo que antes se ofrecía en muchos albergues, y que no hemos visto en los últimos años). Lo de los gallos sustitutos se entiende: el pobre que le toca el turno de alegrar la cara de turistas y peregrinos, debe de estar hasta la cresta teniendo enfrente al susodicho cristo infantilizado hasta parecer una caricatura estilo Disney. En fin.

Tomamos unas cañas más en la plaza, saludamos al personaje tatuado que vimos en el Golf, que resulta ser italiano, tenemos la suerte de escuchar un poco de las jotas que interpreta un conjunto local, ataviado para la ocasión, pero al final se impone de nuevo el reggaetón, lo que nos lleva otra vez a la discusión sobre hispanidad, hispanchidad y la lenta pero continuada desaparición de todo lo auténtico, sustituido por la inmigración descontrolada y la globalización impuesta, convirtiendo toda Europa no en un crisol de civilizaciones, sino en una pestilente fosa séptica rebosante de materialismo, superficialidad, banalidad, uniformidad y falta de historia, cultura, ética y estética. Si la primera reconquista nos costó siglos, la nueva en la que estamos inmersos será más dura si cabe. Porque ya no combatimos solamente al bárbaro moro invasor, también luchamos contra las elites globalistas de Bruselas y su nada disimulada guerra contra las patrias, la tradición y la Fe cristiana. ¡Malditos sean! 

Acabó así la un poco decepcionante estancia en Santo Domingo de la Calzada, me retiro a la pensión mientras Edu y Jaime van a cenar algo, y a descansar, que mañana será otro día. Y toca andar. Como bien cantaba Cecilia. 

Andar como un vagabundo
Sin rumbo fijo, sin meta
A vueltas de veleta, al soplo de viento, al azar
El caso es andar, el caso es andar

Aunque en nuestro caso el rumbo sea fijo y la meta bien clara. Mañana Belorado. Donde las monjas clarisas y su litigio con la jerarquía eclesiástica. O su cisma. O su herejía. No he investigado demasiado los hechos, las razones y los argumentos de ambas partes enfrentadas. Por lo que me abstengo de opinar sin base alguna. O de tirar de Google. Que tampoco es que sea una fuente fidedigna. Sé mucho, pero no de todo. 

Santo Domingo - Belorado, sábado 20 de septiembre, 22 km.



A las 5 de la mañana ya estamos en pie, y a las 6:30 ya andando hacia el oeste. A las 7:50 entramos en Grañón, antaño centro espiritual y cuna de hospitaleros, y ahora presidido por una furgoneta reconvertida en barra, una Food-Truck como la llaman los modernos, y con la terraza llena de hambrientos y sedientos peregrinos de todos los colores y lenguas, hacemos una parada para coger fuerzas y desayunar. A la salida de Grañón han instalado un bonito mirador, y aprovechamos la presencia de un peregrino equipado como tito Rolf, con artilugios varios y hasta un mini dron, y nos hace una foto a los tres con las preciosas vistas de campos de cereales y girasoles hasta donde abarca la vista. Un buen descenso y, como no, su posterior ascenso, nos llevan a la comunidad autónoma de Castilla y León. Lo cual no quiere decir que entremos realmente en la histórica Castilla, que llevamos pateando desde hace tiempo. Simplemente se trata de esa delimitación administrativa y política nacida del desgraciado régimen del 78. Artificial, sin base histórica y simplemente creada para satisfacer las peticiones de separatistas y nazionalistas. La entrada a Redecilla del Camino, población de la que guardo como oro en paño una bonita camiseta que compré ahí hace ¡22 años!, ya no es la misma, al estar construyéndose una autopista o autovía, que bordeamos durante unos kilómetros y cruzamos bajo la atenta mirada de un subsahariano puesto ahí a vigilar (más adelante serían un par de pakistaníes los que vigilaban la obra). Así andamos, con los españoles en paro y cobrando subvenciones, y los inmigrantes asumiendo estas tareas. Un sinsentido, como tantos otros de este putrefacto sistema globalista. El puesto oficial de información del Camino está cerrado (al parecer las 9:45 horas de un sábado no se considera una hora interesante para atender a los cientos de peregrinos que pasan por aquí), entrego mis regalos a Edu y Jaime, paramos en el albergue para tomar un refrigerio, que ya toca, y seguimos a la media hora hasta llegar a Villamayor del Río hacia las 12:30 del mediodía. Un albergue-tienda-bar-terraza-oasis lleno de peregrinos, nos invita a parar y comer algo, aparte de proveer a Edu del cable para su móvil que se había estropeado. Este era uno de los tres problemas que teníamos que solucionar: como si padeciéramos el síndrome de Asperger los 3, cada uno andaba en su mundo, aislado pero feliz. De ahí viene, por cierto, el título de esta crónica. Edu buscando un cable, yo con mi ampolla en el talón haciéndome sufrir de lo lindo, y Jaime deseando una tortilla desesperadamente. Cada loco con su tema. Todos padecemos en cierto grado algún tipo de autismo, y cada vez estoy más convencido de las bondades de estos aislamientos sociales. Sin infravalorar estos desequilibrios mentales, en el fondo suponen una comodidad innegable: no hay que relacionarse con nadie, puedes ir a la tuya, te centras en aquello que te gusta, desarrollas habilidades especiales, puedes escaquearte cuando te viene al pairo, te permite evitar reuniones sociales y eventos poco apetecibles..., visto así, todo son ventajas. Y ya hace tiempo que me siento muy identificado con este trastorno: en el fondo y cada vez más, soy autista por vocación. Pero volvamos al relato. Pasamos casi una hora en esta curiosa parada, comimos algo (las bolas de almidón con queso estaban realmente malas), tomamos algunas cervezas, y bajo un sol de justicia rematamos en una hora lo que nos quedaba de etapa, llegando a Belorado y la pensión Toñi a las 14:30. A las 16:00 jugaban nuestros equipos, el RCD Español y el Real Madrid, pero estando en el Camino, las prioridades cambian, por lo que en vez de buscar con urgencia un bar para disfrutar del partido, decidimos quedarnos descansando en la pensión, mientras que Jaime, incansable en su afán de ver, conocer y aprender, visitaba el pueblo. Nuestro activo explorador averiguó que las díscolas monjas clarisas han dejado de vender sus famosos chocolates con trufas, visitó por fuera el museo de Museo de Telecomunicación Inocencio Bocanegra, que además de un sinfín de aparatos militares cuenta con una reproducción de una trinchera de la I Guerra Mundial, y ya finalizado el partido nos dirigimos a la bonita plaza mayor, sentándonos en uno de los bares de los bellos soportales, y mientras Jaime asistía a misa decidimos olvidarnos de cenar fuera, cambiando el plan por la compra en un súper y un retiro prematuro a nuestra refugio. Teniendo en cuenta que ya empezaba a lloviznar y que la temperatura había pegado un bajón de, agárrate, casi 20 grados, tampoco fue una mala decisión. El resto de la tarde ya pareció de forma definitiva la consulta de un psiquiatra especializado en autismo: cada uno con su móvil, comiendo en silencio mientras atendía sus redes sociales o se informaba de la actualidad del mundo exterior, mientras que el televisor estaba encendido para mayor disfrute de los vecinos de otras habitaciones: porque ninguno de nosotros le hizo ni el mínimo caso. La lluvia arreciaba, y no tardamos demasiado en dormirnos acompañados por el ruido arrullador de las gotas rompiendo en la terraza. Gotas que anunciaban una próxima etapa diferente: del abrasador calor a la siempre molesta lluvia.


Belorado-Agés, domingo 21 de septiembre, 27,5 km.



Esta cuarta etapa, que en teoría tenía que acabar en San Juan de Ortega, la tuvimos que modificar al estar copados todos los albergues de dicha localidad, por lo que de antemano la planificamos hasta Agés. Yo tenía bastante claro que me costaría acabarla, más aún cuando tocaba cruzar los míticos Montes de Oca, ya nombrados en el famoso Codex Calixtinus, la primera y completa guía del Camino de Santiago, publicada hacia el año 1150. Montes citados por dos razones: una por su dureza y la fiereza de sus habitantes y otra por un milagro atribuido al Apóstol. Una bonita historia de un hombre francés, que al no obtener descendencia, acudió a la tumba de Santiago a pedir su intervención. Nuestro santo Patrón le concedió ese hijo tan deseado, al que bautizaron con su nombre y 15 años más tarde la familia al completo emprendió el Camino para agradecer de nuevo al apóstol su intervención. Pero, desgraciadamente, al cruzar estos peligrosos Montes de Oca, el vástago falleció, y su madre, enloquecida de tristeza, dirigió esta oración a Santiago: “Bienaventurado Santiago, a quien el Señor concedió tanto poder para darme un hijo, devuélvemelo ahora. Devuélvemelo, digo, porque puedes; pues si no lo hicieres, me mataré al momento o haré que me entierren viva con él. Entonces, cuando estaban todos presentes haciendo las exequias del niño y lo llevaban ya a la sepultura, por conmiseración de Dios y súplica del bienaventurado Santiago, se despertó como de un sueño pesado”. 
Peligros y milagros aparte, nos levantamos a las 5:45, salimos un poco más tarde de lo habitual, bajo una insistente lluvia, con algún chaparrón fuerte, y después de 8 kilómetros paramos a desayunar en Espinosa del Camino. Aquí sufrí mi pájara anual, asustado (y molido) ante el tramo “salvaje” de los Montes de Oca y escudándome en las leyendas, decidí llamar a un taxi y saltarme el trozo de 12 kilómetros deshabitado que lleva hasta San Juan de Ortega. No fuera a ser que muriera de golpe como el hijo del peregrino nombrado más arriba y que el apóstol Santiago no estuviera atento para interceder ante el Señor y resucitarme. 
Como me contó más tarde Edu, este tramo tampoco fue tan duro como se dice, y, para mi consuelo, tampoco fui el único que se lo saltó. La mitad de los turigrinos que nos acompañaban en la ruta desparecieron por arte de magia y volvieron a aparecer en San Juan de Ortega. Parece ser que no soy el único que se ha leído el Codex Calixtinus. Dejé pues a mis compañeros, y la simpática y habladora taxista me llevó hasta San Juan de Ortega, adonde llegué a las 10 de la mañana, mentalizado que tendría que pasar ahí por lo menos tres horas hasta que llegaran mis compañeros. Por un solo día no pillamos el equinoccio (día en el que la noche y el día duran lo mismo) en este místico lugar, y en el que se produce el llamado “Milagro de la Luz”, consistente en un “rayo de sol poniente que penetra por un ventanal hastial e incide y recorre, en una secuencia perfecta, las escenas esculpidas en un capitel situado en una de sus capillas absidales”. Algo que lamentablemente no pudimos admirar, por pasar por ahí un día antes y encima por estar el único albergue lleno. 
Las tres horas en San Juan de Ortega no se me hicieron nada pesadas, a pesar del frío, y a ello contribuyó una interesante y larga charla con un australiano, Scott, miembro de un grupo de peregrinos de los antípodas, que se iban turnando cada día el papel de guía y encargado de credenciales, manutención y alojamiento. Hoy le había tocado ese rol, por lo que estaba igual de solo que yo, con una bolsa llena de credenciales y haciendo tiempo hasta la llegada del grupo. Hablamos de todo un poco, en espcial de los temas candentes, como la invasión migratoria, la falta de religiosidad en el Camino, la gloriosa historia de España, los turigrinos y hasta de la Inquisición española. Me quedé gratamente sorprendido de sus conocimientos y, sobre todo, de la coincidencia en cada uno de los temas que tratamos. Ya es bien triste que tengan que venir del otro hemisferio para entender y defender el legado del imperio español y del catolicismo. Ojalá tuviéramos más Scotts en España. Y menos corruptos gobernantes e iletrados votantes. 
Acabada la charla y ya refugiado en el único bar del lugar, atendido por dos hermanos atentos y serviciales, fui haciendo tiempo tomando notas, leyendo un poco, curioseando mientras observaba los personajes que iban apareciendo, y tomando algunas cervezas, hasta que me entró hambre y me tomé un plato de exquisitas morcillas con huevos. Tan buenas estaban que avisé a mis compañeros del menú que había, y alerté a los dueños de que alargaran en lo posible la hora de cierre, prevista para las tres, para que pudieran degustar tan apetecible manjar. Y así fue. 

Mientras esperaba apareció de la nada la buena de Cathy (la suiza en busca de su destino), y pasamos un rato entre risas y cervezas esperando a mis compañeros de fatigas. La simpática chica me confesó que nos había puesto un mote: “el trío diabólico”. Me imagino que sería por las vestimentas, o por los tatuajes, pero me hizo mucha gracia. No solo nosotros ponemos motes a la gente, como es de entender, y siendo objetivos, también somos rara avis. Al rato se nos juntaron Edu y Jaime, comieron las buenas morcillas, Cathy se quedó un rato con nosotros, y al acabar el almuerzo emprendimos el tramo final hasta Agés. Un tramo bonito y en bajada, por bonitas pistas y bosques, escuchando a Demon, llegando al bonito albergue hacia las 3 de la tarde.  El atento y hablador hospitalero nos trató de maravilla (hasta mandó a la cocinera a por tabaco, ya que me había quedado sin), nos colocó en una habitación de cuatro camas con un alicantino educado y nada molesto, e hicimos tiempo hasta la hora de cenar. Hasta llegamos a preguntarle por el precio del lugar, y nos ofreció el albergue por 295.000 €. Un precio igual un poco alto, pero teniendo en cuenta su capacidad y su ubicación estratégica, sin duda podría ser una buena inversión. Si tuviéramos los miles de euros que pide, claro.

El lugar elegido para la cena fue una hamburguesería muy recomendada en las guías, y con razón. Tanto el bonito local, quizás un granero o una cuadra restaurada,  como la excelente carne, cumplieron con nuestras expectativas, y ya saciados, cansados y con frío (la temperatura había caído hasta los 7 grados), rematamos la etapa con unos chupitos de hierbas en nuestro refugio  y a las 9 nos retiramos a dormir. Nos quedaba una sola etapa por andar y ya estábamos mirando fechas para el siguiente tramo, que Dios mediante será en marzo del año que viene.


Agés- Burgos, lunes 22 de septiembre, 23 km.


A las 6 en pie, preparación sin prisas, y a las 7 desayunamos en el propio albergue, junto al resto de peregrinos que habían compartido el mismo techo, pero a los que no conocíamos de nada. Salvo al alicantino, que iba con una enorme maleta que le llevaba un servicio de transporte de albergue en albergue. Como tantos otros. Con cada año que pasa, la proporción de personas con mochilas cargadas va perdiendo peso frente a los que prefieren la comodidad de viajar ligeros de equipaje. Nada que reprochar, cada cual que haga lo que le parezca mejor, o lo que pueda. Pero es algo que sin duda muestra el profundo cambio que se ha producido en esta ruta milenaria en los últimos años: de ser una peregrinación mayoritariamente religiosa a ser una ruta turística más, como la “ruta del Inca” o la “ruta por las montañas Apalaches”. Cuando algo se pone de moda, acaba así, absorbido y desvirtuado por la masificación y el negocio asociado. ¡Qué le vamos a hacer! La solución, pues lo que intentamos hacer: andar fuera de temporada y con la mochila bien cargada. Veremos qué tal se nos da en marzo, un mes de poco afluencia, pero bien fresco. Y en una región con un clima bastante duro al final del invierno. 

Después de desayunar emprendimos la marcha marcando el termómetro unos realmente sorprendentes 3 grados. Habiendo sufrido hasta 35 grados en las primeras etapas, la bajada ha sido realmente bestial. A las 10 de la mañana encontramos por fin un bar abierto, en Cardeñuela de Ríopico, y echamos un buen rato, entre cervezas, una charla de Edu con un experto cazador del lugar, regalo de uvas por parte de la posadera… y hasta aparece de nuevo Cathy, que se para un rato para tomarse un café e invitarme a una cerveza. Ha sido un tramo muy bonito paisajísticamente, con un tiempo fresco pero unas vistas preciosas. De nuevo en ruta, bordeamos el aeropuerto de Burgos al son de Hispánica, y llegados a Castañares, polígono industrial a unos 7 km de nuestro destino, decidimos parar a comer el menú en un restaurante abarrotado de currantes, algo que siempre es señal inequívoca de que se come bien, bonito y barato. Y así fue, comimos a gusto, y al acabar decido saltarme la hora larga de polígono industrial, ya sufrida en anteriores caminos, y cojo el autobús urbano que en poco más de media hora me deja en la puerta del apartamento que tenemos reservado. 

Ducha, recuperación, y menos de una hora después, a las 16:15, llegan mis dos compañeros. Ya arreglados e instalados damos una vuelta por el centro de la ciudad, Jaime visita la catedral, y volvemos al barrio de nuestro cobijo, cenamos unos revueltos de morcilla y Edu unas morcillas al natural en un bareto de al lado, llevado por una atenta rumana, y a las nueve y media ya nos retiramos a descansar. 

Burgos y vuelta a casa, martes 23 de septiembre

Sin prisas nos levantamos, ya sin ruta por delante, pero si dispuestos a disfrutar un poco de la ciudad de Burgos. Buscamos consigna para las mochilas, la primera, una tienda deportiva que niega dar este servicio, aunque su propia página web lo anuncie y ofrezca, y otra totalmente digitalizada, que pide un previo registro y la instalación de una app, por lo que optamos seguir cargados. Cuando la solución la teníamos a mano: la propia tienda de la catedral tiene taquillas y encima gratuitas. Ligeros de equipaje, visitamos la siempre impresionante catedral, la lápida del Cid (una de las seis supuestas tumbas del mítico personaje), dos preciosas esculturas de Santiago Matamoros y el resto de impresionantes e históricos objetos del museo catedralicio. Jaime parte hacia la estación, y nosotros aprovechamos vilmente su ausencia para gastar el sobrante del bote y tomar unos excelentes mejillones y unas bravas en la Mejillonería, y otro par de buenos pinchos en la calle San Lorenzo, ya apuntada como primera parada para el próximo mes de marzo. Dios mediante.

Cogemos el bus de línea a la estación del AVE, y, como no podía ser de otra manera con la RENFE destrozada y desprestigiada por el impresentable simio que ejerce de ministro de Transportes (por cierto, la mañana anterior pasamos por Atapuerca y vimos imágenes de sus antepasados), el tren de Jaime lleva retraso y aún pasamos un rato juntos.

El nuestro, gracias a Dios, llega puntual, y sin más sobresaltos nos plantamos a las siete y media de la tarde en Madrid.

Vuelven la soledad, las charlas con Wilson y la habitual rutina, pero quedan los recuerdos de otro precioso e histórico tramo recorrido por nuestra querida España, en inmejorable compañía, sin molestar a nadie, hablando poco pero con propiedad, y, sobre todo, con la ilusión de que llegue pronto el mes de marzo y retomemos el camino hacia el oeste.

Adelante, siempre adelante. 

Un placer como siempre, Jaime y Edu. Gracias por todo, Aspers.

¡Ultreia!






lunes, 1 de septiembre de 2025

Desgobierno



 El poder corrompe,

 y el poder absoluto

corrompe de manera absoluta. 

Rick Warren


Ojalá pudiéramos hablar solamente de eso, de un desgobierno, de un desorden, de un desconcierto. Pero los actos y las omisiones del criminal, corrupto, inútil y supuesto gobierno, van mucho más allá.

No hay gobierno en ninguno de sus sentidos positivos (dirigir, organizar, administrar, guiar…) salvo si hablamos de un gobierno absoluto. Porque eso es lo que tenemos: a un sátrapa ostensiblemente enfermo, aupado al poder con malas artes y dinero sucio, y a sus órdenes veintitrés lacayos sumisos y cientos, que no miles, de amigos devenidos asesores, consejeros o directores, del primero al último sin preparación y muchos encima sin titulación. Por no nombrar a la jauría de amanuenses y voceros colocados en todos los medios con el único fin de propagar mentiras, manipular y ocultar la realidad y masajear y alabar al líder supremo.

Y peor aún, como bien ha explicado Javier García Isac esta mañana en la radio: es un desgobierno terrorista. Porque todos los sucios votos que mantienen en el poder a Pedro Sánchez, tienen su origen de una u otra forma en un grupo terrorista: CINCO bandas terroristas: FRAP/PODEMOS y SUMAR, EGPGC/BNG, ETA/Bildu y PNV, Terra Lliure/JUNTS y ERC/ y GAL/PSOE. Lo peor de cada pocilga. Todos los enemigos de España, de antes, de ahora y de siempre, son los que con inquina y maldad desgobiernan nuestra nación, con los nefastos y casi terminales efectos que todos estamos viendo y sufriendo día tras día. Semana tras semana. Mes a mes. Sin que se vea ni el más mínimo atisbo de luz al final del túnel.

¿Alguien alberga duda alguna de que a Pedro Sánchez le importa un pimiento lo que le pase a España y a los españoles?  Sí, los hay, lamentablemente, siguen existiendo 10 millones de personas que votan como autómatas. Que viven como autómatas. Que obedecen como autómatas. Que SON autómatas. Sin cerebro, sin voluntad, sin sangre. Simples tontos útiles utilizados elección tras elección para llegar o mantenerse en el poder, alimentados en los periodos interregnos con propinas y falsas promesas, Con bonobuses y contratos basura. Con adoctrinamiento continuado disfrazado de entretenimiento. Con una sumisión inducida y completa que para sí quisieran los más estrictos musulmanes con su inhumana y malvada sharia de las narices.

Y si a Pedro Sánchez le importa todo bien poco, qué decir de sus socios. Todos y cada uno de los partidos que apoyan al tirano buscan la destrucción de España como nación unida y próspera. Los naZionalistas barriendo para casa y sacando cada día alguna tajada del pastel que Sáunez ha puesto a la venta. Prebendas por votos, votos por días de estancia en la Moncloa. Es el único cálculo que guía al poder ejecutivo. Y esto no se llama gobernar.

Empieza el nuevo curso, escolar, político y judicial. Veremos si cambia algo. Yo no soy nada optimista, pero por rezar y luchar, que no quede.

¡Despierta, España!


viernes, 15 de agosto de 2025

Arde España


Recuerdo como si fuera ayer un incendio en la falda del Tibidabo, esa que tan bien nos canta Loquillo; tendría yo 12 o 13 años, y nuestro padre, con su manía de vivir emociones fuertes e impresionar a los demás, o quizás con una intención didáctica hacia sus hijos, algo que dudo seriamente, nos metió a todos en el coche, y enfiló la carretera de Vallvidrera para ver el fuego de cerca. Ni hace falta decir que todo acabó a gritos, en discusiones con mi madre, en lloriqueos de mi hermana, y todo por el sinsentido de arriesgar nuestras vidas por la simple diversión de vernos pasar miedo. Igual exagero un poco, pero mi padre era así, había una cierta maldad violenta en sus actos, refrendada con este episodio de mi juventud que jamás olvidaré.

Viene esto a cuento de los terribles incendios que están asolando nuestra patria, incendios como casi siempre intencionados y habituales en época estival, por mucho que los medios oficiales (que son todos gracias a las millonarias subvenciones del gobierno para manipular la realidad y dominar al electorado) se empeñen en soltar la matraca de cada día: “los peores incendios desde que hay registros” (unos registros que siempre empiezan en el punto que interesa políticamente) y culpar, como no, al inexistente cambio climático, que no es más que un cuento para no dormir inventado en Bruselas para imponer su dictatorial Agenda 2030 y acabar con cualquier rastro de libertad en Europa. Como tan acertadamente lo definió ayer en un tuit el impagable Chino de China, @unchinodechina, “Dos detenidos por los incendios...Juan Cambio y José Climático”.

La penosa actuación del gobierno, la falta de medios (hay que apoyar el cultivo inclusivo y resiliente de aguacates en cualquier país del mundo antes que dedicar dinero a la prevención del fuego), las excusas varias de los cobardes ministros, el “y tú más” entre comunidades autónomas y gobierno central, el sucio cinismo del demente dictador desde su palacio en Lanzarote con su ya conocido “si necesitan ayuda, que la pidan”,  todo ello es de tamaña desvergüenza, es tan asqueroso, es tan triste, que más vale no tuitear, por el miedo a ser acusado y detenido por no seguir el discurso oficial.

Porque lo que arde no es solamente el monte, esos bosques, esos campos, que son la base de nuestra tierra, lo que arde son nuestros corazones, viendo como el fuego arrasa con todo, sin que nadie le ponga freno. El que quiera detalles, que use cualquier buscador o IA para listar los incendios y añadir los proyectos energéticos, eólicos o solares. En la mayoría de los casos, hay planes de este tipo en marcha o planificados en la zona del incendio. ¿Casualidad? ¿Causalidad? Que cada cual piense lo que quiera. Yo lo tengo claro. Por mucho que la “Ley de Montes”, la Ley 43/2003, de 21 de noviembre, de Montes (modificada por última vez en 2015 y vigente en 2025), imponga restricciones a la urbanización de los terrenos, ya sabemos que hecha la ley, hecha la trampa, y dentro de las excepciones permitidas, está el comodín de siempre: “En casos excepcionales por razones imperiosas de interés público de primer orden, aprobadas por ley (autonómica o estatal), siempre que se compensen con la recuperación de una superficie forestal equivalente. No aplica a montes catalogados (protegidos)”, es decir, que el poder político puede decidir por su cuenta si se pueden instalar molinillos asesinos o placas solares contaminantes. Y ahí entran de nuevo la Agenda 2030 y el Pacto Verde, que de verde tiene bien poco, aparecen las multinacionales, las inversiones y las tan manidas y queridas comisiones, que son el maná de tanto político corrupto del bipartidismo que se ha empeñado en acabar con España. Pensemos en los olivares de Jaén, en los embalses, en las centrales nucleares…, en el monte que se quema. Todo apunta siempre a lo mismo y a los mismos. A los enemigos del bienestar, a los enemigos del pueblo español. A los enemigos de España.

Lo que arde son nuestras almas. Lo que arde es la rabia de tener a esta ralea destrozando todo lo que tocan y no gestionan. Los que ardemos somos nosotros cuando leemos tuits de Oscar Puente o escuchamos declaraciones de ninistras de cuota y seres malvados como Marlasca o Bolaños.

Cuando lo que tendría que arder (figuradamente, señores censores) son las sedes de Ferraz y Génova y el Palacio de la Mareta, donde felizmente veranea el enfermo mental con su corte de corruptos, donde Nerón Saunez toca la lira y se frota los huevos, mientras España se hunde un poco más en el barro y la miseria que nuestros políticos, las 17 taifas y el maligno bipartidismo están repartiendo por la piel de toro.

¡Despierta España!


miércoles, 6 de agosto de 2025

Hay moros en la costa


Siete largos y duros siglos (casi ocho) nos costó a los sufridos y valerosos habitantes de la península ibérica, a los hispanos, ergo a los españoles, echar a los bárbaros musulmanes que nos invadieron a sangre y fuego, arrasando con todo lo que encontraron a su paso, matando, violando, robando, imponiendo su religión y su modo de vida a los reinos cristianos de nuestra piel de toro. Una lucha, una reconquista, que inició Don Pelayo en Covadonga en el año 711 y que culminaron los Reyes Católicos, que Dios les tenga en su gloria, con la conquista de Granada en 1492.

Pero no todo acabó ahí, los “moros”, por el “maurus” (oscuro) del latín, siguieron al acecho, ya no en tierra firme con sus habituales aceifas, pero si como piratas, con sus razias, capturando barcos, asaltando localidades costeras (con la traidora colaboración de moriscos, los “cristianos de nuevo moro” que se convirtieron, pero que de cristianos tenían bien poco), arrasando poblaciones poco protegidas e islas aisladas, y tomando rehenes para negociar su rescate. Más de un millón de cristianos fueron capturados y vendidos como esclavos, con la inestimable ayuda de corsarios ingleses y holandeses, conversos o no, pero siempre ávidos de las riquezas de los buques hispanos y de los ingresos por el tráfico humano. Por esa razón nació por ejemplo la orden de los Mercedarios, cuya principal ocupación era reunir dinero para rescatar a los cristianos capturados por los berberiscos. Y esto duró hasta bien entrado el siglo XIX, hasta la caída del Imperio Otomano.

Como es de entender, desde la toma de Granada, los reyes españoles, sabedores de que los moros no eran de fiar, comenzaron a fortificar las costas mediterráneas españolas, con torres de vigilancia, que jalonaron el litoral desde Alicante hasta Cádiz y Huelva. Y desde estas torres, almenaras y castillos, salía el grito tranquilizador para la inquieta e indefensa población, “no hay moros en la costa”, lo que permitía las tareas diarias de los habitantes, la pesca, el comercio, la vida en sí.

¿Y dónde estamos ahora, dos siglos después? Pues que el grito que se oye a diario en nuestras playas (aparte del éxito veraniego “Pedro Sánchez, hijo de puta”), ya sea en nuestros archipiélagos canario y balear o en las costas mediterráneas, es el intolerable y tan dañino “hay moros en la costa”. Pero con diferencias y, como no, con coincidencias, con respecto a lo sufrido durante siglos.

La diferencia: no hay torres de vigilancia y no hay reyes preocupados por el bienestar y la supervivencia de su pueblo. 

La coincidencia: la traidora colaboración de los herejes del norte de Europa, de belgas, de holandeses, de ingleses, de alemanes, todos unidos en su propósito de arruinar Europa, para mayor beneficio de sus cuentas corrientes, maquinando desde Bruselas, el Mordor de nuestra era, fomentando el tráfico humano, permitiendo la invasión continuada y masiva de nuestras naciones, invocando guerras inexistentes, miserias imaginarias, hambrunas provocadas por ellos mismos y falsas crisis humanitarias diseñadas en sus bien amueblados despachos para justificar el sucio negocio pactado con los países de origen a cambio de materias primas y concesiones de explotación, y usando intermediarios bien remunerados, las sucias y malvadas ONGs y las mafias locales, para ir descargando día tras días miles de primitivos bárbaros en nuestras costas. No hay ningún interés humanitario, ni ninguna necesidad real en estos países de origen de abandonar sus tierras, lo que hay son planificaciones económicas, cálculos de perdidas y beneficios, y un interés de acabar con las naciones cristianas europeas, imponer una dictadura globalista, esclavizar a los ciudadanos europeos, reemplazarlos por los nuevos esclavos traídos del continente africano, y enriquecer a la sucia élite de Mordor / Bruselas. Lo que han hecho siempre los herejes del norte de Europa: explotar otros continentes para su propio beneficio. No han cambiado desde hace muchos siglos, y el único obstáculo para su imperio del mal, es, como ha sido siempre, el Reino de España.

Por eso somos el destino principal de su operación de invasión y sustitución, previo destrozo de nuestra economía y de nuestra sociedad.

Todo lo demás, todo lo que te cuenten en sus medios comprados, son milongas.

Hay moros en la costa y hay herejes allende los pirineos que los traen.


martes, 22 de julio de 2025

Sin sombrilla ni crema solar



De todos los recuerdos de veranos pasados, que son muchos recuerdos y muchos veranos, los que siempre me vuelven a la cabeza cuando empieza a apretar el calor, a vaciarse el barrio, a sonar la sintonía del Tour de Francia y a quedarme más solo que la una, son los concursos fotográficos y los de relatos cortos de los periódicos que solía leer. Hablo obviamente de periódicos en papel, en mi caso de La Vanguardia y de El País, dos cabeceras que lamentablemente han pasado al baúl de los recuerdos. A ese baúl ya ennegrecido que contiene toda una vida y que cobija tanto lo bueno como lo malo, aunque por fortuna sea un cofre mágico, del que al abrirlo siempre asoma lo bueno, mientras que lo malo suele moverse por arte de magia al fondo del mueble. Igual que pasa en nuestro cerebro, que tiene esa capacidad de recordar el primer beso en una verbena de San Juan en la playa de Gavá, pero oculta, por vergüenza o por puro instinto de supervivencia, las ratos malos, el mal sufrido (menos) o el infligido a otras personas (demasiado). Siempre estaré en el debe con los demás, eso ya es inevitable a estas alturas de mi vida, salvo que me tocase la lotería y pudiese compensar mis errores repartiendo billetes a diestro y siniestro. Algo que por otro lado tampoco borraría ni una de mis acciones equivocadas. Que el dinero no lo arregla todo, y menos aún el haber hecho llorar a otra persona. Era algo a lo que recurría con frecuencia mi padre, que en paz descanse. 

Pero volvamos a los buenos recuerdos de veranos pasados. Que para eso está el mágico baúl. Esos relatos cortos de verano en el suplemento del diario que leía con pasión y sana envidia, concursos a los que, inasequible al desaliento (como Jorge, como Juanjo, como Chiquillo…) envié muchas veces algún escrito mío, sin que jamás me tocara premio alguno, salvo una mención de mi blog en La Vanguardia, el mismo cuaderno de bitácora que sigo utilizando veintiún años después, aunque hasta eso tuvo su truco: fue en el momento álgido del despegue de Internet y las redes sociales, y no citaron solamente mi blog: cada semana hablaban de uno, hasta que se volvió algo tan común que dejaron de publicar la sección “El blog de la semana”. Pero bueno, algo es algo, y el placer de ver mi nombre publicado en un entonces aún prestigioso diario como “La Vanguardia Española” del Conde de Godó, no me lo quita nadie. 

Me ahorro comentar la penosa deriva de dicho periódico, es algo de dominio público. Y triste. Como tantas otras cosas que han pasado en nuestra querida España en los últimos cuarenta años. Que en vez de ir a más, ha venido a menos. Y no solamente por esa triple división que tan acertadamente describió José Antonio a la Paramount en enero de 1934. O quizás sí. Porque noventa y un años después, el mal sigue estando en el mismo lado. En ese tridente diabólico que son los separatismos, los partidos políticos y la lucha de clases, esta última sustituida por el wokismo y la estulticia generalizada.

Mis casi diez años pasando una parte del verano en Italia, con el baño diario en la playa, las lecciones culinarias de la familia (política) italiana, el paseo vespertino al muelle, el gelato de rigor, las excursiones por la tan bella riviera apuana, son sin duda un punto y aparte en mis recuerdos, los mejores años de mi vida, del 1985 al 2000. Tirados por la borda por … no sé, supongo que por egoísmo. Por no estar a la altura. Echando la vista atrás, mejor que haya sido así. Mi ex y su familia han sido y son felices. Y eso me alegra. Y mucho. 

Desde entonces, pues tampoco me puedo quejar. He hecho lo que querido, he sido capaz de mantener mis puestos de trabajo, estoy a tiro de piedra de jubilarme y sigo teniendo un círculo de amigos que no me fallan, que están ahí, los vea una vez al mes o una vez cada tantos años. Muchos de ellos amigos desde la juventud, otros nuevos que he ido conociendo en estos últimos catorce años que llevo en la tan noble Villa y Corte llamada Madrid. Y que sin duda serán parte de la primera capa del baúl. De la capa de la alegría y el agradecimiento. 

Las semanitas de agosto en Santa Pola con Ramiro, las escapadas a Colmenar Viejo, las esporádicas visitas de amigos de Barcelona, los partidos del RCD Español, que siempre son momentos de reencuentros, cánticos y hasta de alegría cuando ganamos, la maravillosa gente perica (la mejor gente que hay) que reside por aquí y que ya se ha convertido en una nueva familia, los camaradas de juventud que ahora en muchos casos son diputados, pero que no han cambiado en nada y que sigo viendo con enorme ilusión en actos políticos, el pequeño pero genial círculo en Twitter/X …, todo esto son bendiciones, que quizás no me merezca, pero que disfruto cual cerveza fría recién tirada. 

Son mis veranos, diferentes, sin sombrilla ni crema solar, leyendo, escribiendo, escuchando música, esperando siempre al bendito mes de septiembre, mes que significa calzarme las botas y seguir mi eterno Camino de Santiago, ruta en la que pronto cumpliré 9.000 km de sufrida felicidad, con el recuerdo de peregrinos que se fueron (¡Carlos, presente!), peregrinos que he conocido (saludos y buen camino, Rolf) y el inmenso placer de poder andar con los camaradas que me acompañan hoy en día (gracias Edu y Jaime por la paciencia).

Como dejó escrito Tolkien: “No todos los que deambulan están perdidos”. Y los peregrinos hemos añadido: “…algunos siguen las flechas”.

Y como apunté en mi bloc de notas hace unos meses:

He bebido más que he comido
He llorado más que he reído
He recibido más que he dado
He prometido más que he cumplido
He muerto más que he vivido.
Pero sigo caminando.

 

viernes, 4 de julio de 2025

¿Vox populi vox dei?

 



La verdad no se determina mediante un voto de la mayoría

Benedicto XVI

 

En estos últimos y tan aciagos años, mejor dicho, decenios, que no siglos, quien más, quien menos ha usado la expresión “vox populi vox dei” («la voz del pueblo es la voz de Dios»), o el últimamente tan manido “sólo el pueblo salva al pueblo”. 

Aquí entono sin rubor un mea culpa, porque seguro que hay decenas de tuits míos tirando de estas lapidarias frases para expresar la rabia y desesperanza ante la maldad de los actuales gobernantes y la inacción e inutilidad de la supuesta oposición.

Pero en el mismo instante que lo pensamos o escribimos, caemos en la trampa de las frases bonitas, que soltadas sin ton ni son o impresas en los azucarillos de las cafeterías, no son más que eso, simples y hasta infantiles citas que fuera de contexto no sirven para nada… y dentro de contexto igual tampoco.

Porque, si la voz del pueblo es la voz de Dios y hoy en día, en este sistema político llamado democracia, en este supuesto estado de derecho, la voluntad del pueblo se expresa en las urnas mediante el voto, los resultados electorales van a misa, y lo que han votado 15 millones de personas, es decir, la mayoría del pueblo, debería tener toda la validez del mundo, según nos enseñan los azucarillos del bar Manolo.

Algo falla aquí, sin duda.

¿El sistema electoral quizás, que no pondera igual todos los votos? ¿Las promesas electorales que ni un partido cumple (salvo VOX, y que dure)? ¿La manipulación de los resultados a posteriori? ¿Los torticeros acuerdos a espaldas del electorado una vez conseguidos los votos necesarios? ¿El aforamiento de los políticos, que les permite hacer y deshacer, robar y robar más, sin que nadie puede quejarse? ¿La inexistencia de la tan manida separación de poderes? ¿La maldad intrínseca de los políticos? ¿El pecado original?

Sin duda, lo que falla es la suma de todo lo anteriormente expuesto.

Y a todo esto hay que añadir el elemento clave: la educación, la cultura, la preparación y el intelecto de los votantes.

“Odi profanum vulgus et arceo” (odio al vulgo ignorante y me alejo de él), como dicen que dijo Horacio. Pensemos solamente en los influencers o líderes de opinión, en aquellos que propagan e imponen sus “ideas” desde los medios comprados, en sumos ignorantes como Gonzalo Miró o la sucia y chabacana Santapolla, en profesionales manipuladores como la Intxaurrondo, la de las gráciles patas de elefante, o en casos extremos como el de la actual vicepresidenta segunda, la ínclita Yolanda Diaz, que no es capaz de ligar una frase con sentido ni a la de tres, y nos daremos cuenta que así no puede funcionar una sociedad.

Igual que queremos que nos opere el mejor cirujano, con su carrera, su experiencia y su sobrada práctica en su especialidad, tenemos que exigir que nos dirijan los mejores.

Los más preparados, los más capaces, los más honrados.

Y eso es algo que no pasa en ningún lado. Ni en España, ni en los demás países de la Unión Europea, ni allende los mares.

No basta con echar en unas elecciones a un partido, para que entre otro que vaya a hacer tres cuartos de lo mismo. Hay que desmontar todo este castillo de naipes trucado, hay que empezar de cero, hay que barrer la suciedad que nos rodea, hay que acabar con este cuento chino.

¿Y cómo?

Pues de entrada, dejando de votar a aquellos que han sido y son parte del problema. Y culpables de todo lo malo que estamos sufriendo. Que son, en el caso de España, los dos grandes partidos que llevan repartiéndose el pastel desde 1978. Y que ya están anunciando que seguirán haciéndolo, por separado o hasta juntos, como ha pedido el inefable Rajoy hace pocos días.

Ese es el primer paso. Empezar derrumbando los cimientos.

Y a partir de aquí, comenzar a construir.

Como si fuera un castillo de la ya desaparecida marca Exín.




viernes, 6 de junio de 2025

Alzaos, españoles.

 


Tal como están las cosas, toca publicar un bando nuevo, como si volviéramos al 2 de mayo de 1808. Obviamente este llamamiento no será publicado por el actual alcalde de Móstoles, ni mucho menos por el de Madrid, por ese pequeño mentiroso que no da una a derechas, por lo que me permito hacerlo en nombre de todos los españoles hartos de las cloacas, de la corrupción socialista y de la colaboración del resto de partidos políticos, incluido el Partido Popular, que se arroga ser la oposición, cuando colabora ora si, ora también, con la sucia y corrupta mafia de Pedro Sánchez. Por mucho teatrillo (con pinganillo) que monte el holograma Ayuso para satisfacer su ego y atontar a su babeante electorado.

 

Señores alcaldes de los pueblos a quienes se presentare este oficio, de mí, humilde escribano de la villa de Madrid.

Es notorio que los socialistas y sus socios apalancados en toda España, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y los ciudadanos españoles; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha mierda. Somos españoles y es necesario que muramos por la libertad y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que, so color de chantajes y traiciones, nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey y de los tres poderes. Procedan vuestras mercedes, pues, a tomar las más activas providencias para escarmentar tal perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alistándonos, pues no hay fuerza que prevalezca contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son.

Dios guarde a vuestras mercedes muchos años.

Madrid, seis de junio de dos mil veinticinco.

Un servidor

 

Pues eso, españoles de bien, o nos alzamos contra esta tiranía de dementes, corruptos, chantajistas, ineptos, puteros, clientes asiduos de saunas fotografiados en plena faena y locas charos devenidas agentes secretos de la Moncloaca, o nos quedaremos sin patria, sin libertad, sin presente y sin futuro.

¡A por ellos!





miércoles, 4 de junio de 2025

El esperpento nacional

 


“En España el mérito no se premia.

Se premia el robar y el ser sinvergüenza.

En España se premia todo lo malo.”

Ramón María del Valle-Inclán

 

Después de ver la comparecencia de la fontanera Leire Díez para leer el comunicado elaborado en Ferraz, a tiempo para aprobar la PAU (antes EBAU, antes selectividad) ante el tribunal supremo de la mafia sanchista, ya ni siento vergüenza ajena, ese alipori que me generan día a día todos estos curiosos personajes, hoy en día llamados frikis. Lo único que me da pena de todo este ridículo, penoso y barriobajero espectáculo es que ya no esté vivo don Ramón María del Valle-Inclán para convertirlo en uno más de sus magníficos relatos del esperpento en el que se ha convertido nuestra querida España.

Si no teníamos bastante con las mentiras de Pedro Sánchez, los delitos de Begoña (que ahora resulta que ni aprobó la selectividad), la patética pleitesía de Bolaños, la indigencia intelectual de Patxi Nadie (Girauta dixit), los ridículos de Albares, las mentiras continuadas de la prensa del régimen, con la cortesana mayor Intxahorrenda (Miquel Giménez scripsit) a la cabeza, el grave delito del apagón provocado por la locura de una banda de ineptos, el desembalse de agua no anunciado (DANA) en Valencia y los centenares de muertes que causó o la desastrosa imagen internacional de nuestro país, conocida ya en todo el mundo gracias a la aún seria prensa extranjera, hoy hemos vivido un espectáculo que a muchos nos ha recordado hilarantes episodios de nuestra reciente historia, como la aparición de Ruiz-Mateos disfrazado de Supermán, o la siempre recordada escena de Gil y Gil en un jacuzzi rodeado de chicas de buen ver.  Hechos estos que en su momento nos hicieron flipar, pero que con lo que estamos viviendo hoy en día más bien son simpáticas e inocentes anécdotas de un mundo que aún no se había derrumbado del todo. Al final, visto lo visto, y habiendo disfrutado de la impagable entrevista de Vito Quiles a José Luis Ábalos, resultará que este corrupto putero es de lo mejor que tenemos en este maldito circo patrio.

El espectáculo de esta mañana en el Novotel es el no va más de un país condenado a desaparecer ahogado en el barro, en el fango, en sus propias heces.

Porque si se toleran, aceptan, comentan, disfrutan y reproducen escenas circenses como la de hoy, a toda plana y en prime time, es porque hay un público ávido de entretenimiento, de sexo, de corrupción, de pícaros y sobrinas, de violencia y de mentira.

Una sociedad que disfruta con programas como First Dates, Sálvame, la Revuelta o cosas similares (lamento no estar al día de cómo se llaman hoy en día los subproductos de la telebasura).

Una sociedad iletrada, superficial, sucia por dentro y por fuera, convertida en analfabeta consumidora de mierda y votante cada cuatro años al dictado de las mafias que dirigen todo este insoportable sistema.

Una sociedad subvencionada, mantenida, entretenida y sumisa.

Pobre en ingresos y más pobre en valores.

Una sociedad sentenciada a morir en pocos años.

A menos que la juventud española se alce y gire la tortilla antes de que se nos queme.


miércoles, 21 de mayo de 2025

La mentira más grande jamás contada

 


Como cada Pascua, volví a vivir la pasada Semana Santa, la más importante del año para los creyentes, de la forma tradicional: asistiendo a procesiones, a misa, rezando, reflexionando y viendo las películas de rigor. Como por ejemplo “La historia más grande jamás contada”, que para mi sigue siendo la referencia, por edad y por las veces que la he visto, de la vida de Nuestro Señor Jesucristo.

Y mientras disfrutaba, me emocionaba, lloraba y sufría con el relato de la vida, muerte y resurrección de nuestro Señor, en mi cabeza retronaba de forma insistente un pensamiento: eso fue y será la historia más grande jamás contada, mientras nosotros estamos viviendo justo lo contrario, la mentira más grande jamás contada. ¡Malos tiempos nos ha tocado vivir! Muy malos.

Sí, la mentira más grande de la historia es, sin lugar a duda, la España del demente y corrupto Pedro Sánchez, hijo político (y a todas luces el mejor alumno) del endemoniado Zapatero, el hijo de Satán enviado a la tierra para rematar todo lo bueno e imponer el mal. Repito. El MAL.

Ha habido (y siguen habiendo)  grandes y bien orquestadas mentiras en la historia, de eso no hay duda, pero ni la “Leyenda negra” inventada por ingleses, holandeses y demás herejes enemigos de España, ni las ligas ganadas por el Barça de Negreira, ni la plandemia del COVID gestada y explotada en despachos de Bruselas y de las granes farmacéuticas, ni la propia UE de la bruja von der Leyen y su dictadura antipatriota, ni la inexistente emergencia climática y su maldito Pacto Verde y su Agenda 2030. Nada, chiquilladas, mentirijillas, comparado con el reino del mal que han montado Pedro Sánchez, su pulcra y trabajadora esposa y sus compinches en estos últimos 7 años.

Cortas se quedan películas como “El mayor espectáculo del mundo”, viendo el circo permanente en el que vivimos, por no comparar “El mayor robo del siglo” con el robo masivo y continuado que están llevando a cabo los lacayos, peones y familiares del demente presidente.

Pero volvamos a “La mentira más grande jamás contada”, la de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Si es que se llama así, porque con este personaje hay que poner en duda todo: su nombre, su hombría, sus estudios, su educación, sus escritos, su moral. Lo único que sabemos seguro es que cuida de su familia.

Si Pedro Sánchez se hubiera retirado 40 días al desierto, y no 5 al cómodo sofá de casa, hubiera caído en todas las tentaciones, aunque en su caso en vez de intentar convertir piedras en panes, lo que hizo es convertir papeletas y rellenar una urna entera en un santiamén. Cayó en la tentación. En la primera.

Tampoco tardó mucho el vivales de Pedro en llamar a sus discípulos, a los que nombró “pescadores de votos y favores” y con los que inició su peregrinaje en busca de gloria y riquezas.

Y en busca de mayor protagonismo, Pedro también obró su milagro, resucitando a un tal José Luis Abalus, que le ayudó fielmente a multiplicar los panes y los peces; los de su familia, compinches y amigos, eso sí. O consiguiendo trabajo para todas las sobrinas, amigas, primas y hermanas de la extensa y sagrada familia.

A Caifás y el Sanedrín ni se enfrentó, despidió a los que pudo y colocó como sumo sacerdote a su amigo Conde Podridus. ¿De quién depende el Sanedrín? Pues eso.

Y con la Cesarina Ursula, ni un problema. Un par de guiños, alguna zalamería y variadas cesiones de intereses nacionales, y todo arreglado. Como amigos.

Y aquí, siguiendo los paralelismos entre la mentira más grande jamás contada y la vida de Nuestro Señor, habría que saltarse un capítulo, el de la entrada en Jerusalén, porque no veo yo una entrada triunfal de Pedro Sánchez a ninguna ciudad, pueblo o aldea de nuestra nación. No hay Jerusalén que le reciba con los brazos abiertos: anda de noche, tapado, protegido y apestado.

Lo que nos queda ahora ya son deseos, pero sin duda se cumplirán. Somos muchos que soñamos, pedimos, exigimos y reclamamos lo mismo.

La traición de Judas está al caer (no será por la falta de potenciales chivatos en su entorno), seguidamente asistiremos gozosos al juicio, la sentencia y el castigo de este maligno ser. Y no habrá intercambio por el Barrabás de turno. Ni habrá crucifixión, no.

Queremos que viva muchos años, exiliado, solo y sin espejos en un islote cualquiera. Perejil, por ejemplo. Y que se consuma poco a poco, para pagar todo el mal que ha hecho a España.

No sería mal final para esta pesadilla que estamos sufriendo.

No sería mal final para esta insufrible película.

No sería mal final para “La mentira más grande jamás contada”